Una tarde de agosto

Written by John Doe on jueves, 23 de agosto de 2012 at 11:36 a.m.

Pasan los meses. La verdad es que últimamente no tengo ganas de escribir en el blog. Lo de megaupload arruinó gran parte de los links que tenía para descarga y sinceramente no tengo tiempo para buscar todo ese material de nuevo o para subirlo yo. Por otro lado, es abrumadora la cantidad de comentarios spam que me llegan promocionando valium o viagra o alargadores de pene. Es algo de nunca acabar.
Estoy viajando bastante. En lo que va del año ya estuve en México, Uruguay, Salta y pronto iré a Tucumán.
Tengo información interesante, pero no sé. Estoy pensando en escribir un libro. Necesito que me den el visto bueno, claro, pero es una idea.  Escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo. Ya planté un árbol cuando tenía cuatro años pero no voy a tener hijos. Así que un libro parece una alternativa viable.
Me tienta la idea de cerrar el blog, pero por ahora voy a mantenerlo aunque no lo alimente seguido con entradas.
Ahora que está por terminar la temporada en USA, empecé a ver la quinta de "True Blood". Después de una pésima, absurda y ¿racista? cuarta temporada, había decidido abandonar la serie. Para cosas bizarras, la televisión argentina ya está completa. Me convenció que actuara Chris Meloni, un actor que sigo desde La Ley y el Orden UVE. Recién vi los dos primeros capítulos, así que no puedo opinar. Veré si me quedo con TB o con el compilado de Bendita TV.
Para el que le interese y viva en Baires, le paso la data del festival de cine de terror y gore "Buenos Aires rojo sangre": http://rojosangre.quintadimension.com/

Carpe diem!


Pd. Disculpen la austeridad visual, pero desde hace meses blogger funciona para el c..... y no me permite subir imágenes. De ningún tipo. Sencillamente se traba y ahí se queda la pantalla tildada for ever.


Abraham Lincoln Cazador de vampiros

Written by John Doe on domingo, 6 de mayo de 2012 at 3:17 p.m.

Posters (anti-Crepúsculo)

Written by John Doe on lunes, 6 de febrero de 2012 at 2:26 p.m.

Drácula: Así es como un vampiro debería verse
Buffy: tarde o temprano ella te encontrará 
Nikola Tesla*: demostrará al mundo cómo luce un vampiro real
(y tal vez creará algún caos en el camino)

*Personaje de la serie Sanctuary.


FUENTE: Devianart.

La floración de la extraña orquídea

Written by John Doe on at 11:40 a.m.

H.G. Wells

La compra de orquídeas siempre conlleva cierto aire especulativo. Uno tiene delante el marchito pedazo de tejido marrón, y por lo demás debe fiarse de su criterio o del vendedor o de su buena suerte, según se inclinen sus gustos. La planta puede estar moribunda o muerta, o puede que sea una compra respetable, un valor justo a cambio de su dinero, o quizá -pues ha sucedido una y otra vez- lentamente se despliegue día tras día ante los encantados ojos del feliz comprador alguna nueva variedad, alguna nueva riqueza, una rara peculiaridad del Labellum, una sutil coloración o un mimetismo inesperado. El orgullo, la belleza y la ganancia florecen juntos en una delicada espiga verde y puede que incluso la inmortalidad. Porque el nuevo milagro de la naturaleza puede andar necesitado de un nuevo nombre específico, y ¿cuál tan conveniente como el de su descubridor? ¡Juangarcía! Nombres peores se han puesto.
Fue quizá la esperanza de un descubrimiento feliz de ese género la que hizo a Wedderburn asistir con tanta asiduidad a esas subastas, esa esperanza y también, quizá, el hecho de que no tenía ninguna otra cosa más interesante que hacer. Era un hombre tímido, solitario, bastante ineficaz, con ingresos suficientes como para mantener alejado el aguijón de la necesidad y sin la suficiente energía nerviosa que le impulsara a buscar cualquier ocupación exigente. Podía haber coleccionado sellos, monedas o traducido a Horacio o encuadernado libros o descubierto alguna nueva especie de diatomeas. Pero de hecho cultivaba orquídeas y disponía de un pequeño pero ambicioso invernadero.
-Tengo la sensación -dijo tomando el café- de que hoy me va a suceder algo.
Hablaba, igual que se movía y pensaba, despacio.
-¡Oh!, no digas eso -dijo el ama de llaves, que era también prima lejana suya. Pues suceder algo era un eufemismo que para ella sólo significaba una cosa.
-No me has entendido bien. No quiero decir nada desagradable... aunque apenas si sé a lo que me refiero.
»Hoy -continuó después de una pausa-, en casa de Peter van a vender un lote de plantas procedentes de las islas Andamán y las Indias. Me acercaré a ver lo que tienen. Quizás haga una buena compra sin saberlo, puede que sea eso.
Le pasó la taza para que se la llenara de café por segunda vez.
-¿Es eso lo que coleccionaba ese pobre joven del que me hablaste el otro día? -preguntó su prima mientras le llenaba la taza.
-Sí -respondió, y se quedó pensativo mientras sostenía un trozo de tostada.
»Nunca me pasa nada-observó al poco tiempo, empezando a pensar en voz alta-. Me pregunto por qué. A otros les pasan bastantes cosas. Ahí está Harvey. Sin ir más lejos, la pasada semana, el lunes encontró seis peniques, el miércoles todos sus pollos tenían la modorra, el viernes su prima volvió a casa desde Australia, y el sábado se rompió el tobillo. ¡Qué torbellino de emociones comparado conmigo!
-Por mi parte preferiría pasar de tanta excitación -dijo el ama de llaves-. No puede ser bueno para uno.
-Supongo que es molesto. Con todo... ya sabes, nunca me pasa nada. De niño nunca tuve ningún accidente. Siendo adolescente nunca me enamoré. Nunca me casé... Me pregunto qué se sentirá cuando te pasa algo, algo realmente notable.
»Ese coleccionista de orquídeas sólo tenía treinta y seis, veinte años más joven que yo, cuando murió. Se había casado dos veces y divorciado una. Había tenido malaria cuatro veces y una vez se fracturó el fémur. En una ocasión mató a un malayo y otra le hirieron con un dardo envenenado. Finalmente lo mataron las sanguijuelas de la jungla. Debe de haber sido todo muy molesto, pero también debe de haber sido muy interesante, sabes, excepto quizá, las sanguijuelas.
-Estoy segura de que no fue bueno para él -dijo la señora con convicción.
-Puede que no.
Entonces Wedderburn miró su reloj.
-Las ocho y veintitrés minutos. Voy a ir en el tren de las doce menos cuarto, así que hay mucho tiempo. Creo que me pondré la chaqueta de alpaca -hace bastante calor-, el sombrero gris de fieltro y los zapatos marrones. Supongo...
Miró por la ventana al cielo sereno y al soleado jardín, y, después, nerviosamente, a la cara de su prima.
-Creo que sería mejor que llevaras el paraguas si vas a Londres -dijo con una voz que no admitía negativa-. A la vuelta tienes todo el trayecto desde la estación hasta aquí.
Cuando volvió se encontraba en un estado de suave excitación. Había hecho una compra. Era raro que lograra decidirse con la rapidez suficiente para comprar, pero esta vez lo había hecho.
-Hay Vandas -explicó-, un Dendrobio y algunas Palaeonophis.
Repasó las compras amorosamente al tiempo que tomaba la sopa. Estaban extendidas delante de el sobre el impoluto mantel y le estaba contando a su prima todo sobre ellas mientras se demoraba lentamente con la comida. Tenía la costumbre de revivir por la tarde todas sus visitas a Londres para entretenimiento propio y de ella.
-Sabía que hoy pasaría algo. Y he comprado todas esas cosas. Algunas, algunas de ellas, estoy seguro, ¿sabes?, de que algunas serán notables. No sé cómo, pero lo siento con tanta seguridad como si alguien me lo hubiera dicho. Ésta -apuntó a un marchito rizoma- no fue identificada. Quizá sea una Palaeonophis o puede que no. Quizá sea una especie nueva o incluso un género nuevo. Fue la última que recogió el pobre Batten.
-No me gusta su aspecto -dijo el ama de llaves-. Tiene una forma tan fea...
-Para mí que apenas si llega a tener forma alguna.
-No me gustan esas cosas que asoman -dijo el ama de llaves.
-Mañana estará fuera en una maceta.
-Parece -continuó el ama de llaves- una araña que se hace la muerta.
Wedderburn sonrió e inspeccionó la raíz ladeando la cabeza.
-Ciertamente no es que sea un bonito pedazo de material. Pero nunca se pueden juzgar estas cosas por su apariencia cuando están secas. Desde luego puede que termine siendo una orquídea muy hermosa. ¡Qué ocupado estaré mañana! Esta noche tengo que ver exactamente lo que hago con ellas y mañana me pondré a la obra.
»Encontraron al pobre Batten, que yacía muerto o moribundo en un manglar, no recuerdo cuál -continuó de nuevo al poco rato-, con una de estas mismas orquídeas aplastadas bajo su cuerpo. Había estado enfermo durante algunos días con cierto tipo de fiebre nativa y supongo que se desmayó. Esos manglares son muy insalubres. Dicen que las sanguijuelas de la jungla le sacaron hasta la última gota de sangre. Puede que se trate de la mismísima planta que le costó la vida.
-Eso no mejora mi opinión de ella.
-Los hombres tienen que trabajar aunque las mujeres puedan llorar -sentenció Wedderburn con profunda gravedad.
-¡Mira que morir lejos de todas las comodidades en un pantano! ¡Anda que enfermar de fiebre con nada que tomar más que específicos y quinina, y nadie a tu lado más que horribles nativos! Dicen que los nativos de las islas Andaman son unos desgraciados de lo más repugnante, y de todas formas, a duras penas pueden ser buenos enfermeros sin haber tenido la preparación necesaria. ¡Y sólo para que la gente en Inglaterra disponga de orquídeas!
-No creo que fuera agradable, pero algunos hombres parecen disfrutar con ese tipo de cosas -continuó Wedderburn-. En todo caso los nativos de su grupo eran lo suficientemente civilizados para cuidar toda su colección hasta que su colega, que era un ornitólogo, volvió del interior, aunque no conocían la especie de orquídea y la habían dejado marchitarse. Eso hace a estas plantas más interesantes.
-Las hace repugnantes. A mí me daría miedo que tuvieran restos de malaria adheridos. ¡Y sólo pensar que un cuerpo muerto ha estado extendido sobre esa cosa tan fea! No había pensado en eso antes. ¡Se acabó! Te digo que no puedo comer ni un bocado más de la cena.
-Las quitaré de la mesa si te parece y las pondré en el hueco de la ventana. Allí las puedo ver igual.
Los días siguientes estuvo, desde luego, especialmente ocupado en el pequeño invernadero lleno de vapor yendo de acá para allá con carbón vegetal, trozos de teca,, musgo y todos los demás misterios del cultivador de orquídeas. Pensaba que disfrutaba de un tiempo maravillosamente lleno de acontecimientos. Por la tarde hablaba de las nuevas orquídeas a los amigos y una y otra vez insistía en sus expectativas de algo extraño.
Varias de las Vandas y los Dendrobios fenecieron bajo sus cuidados, pero pronto la extraña orquídea empezó a dar señales de vida. Estaba encantado y tan pronto como lo descubrió hizo que el ama de llaves abandonara la elaboración de mermelada para verlo de inmediato.
-Ése es un brote -explicó-, pronto habrá muchas hojas ahí, y esas cositas que salen por aquí son raicillas aéreas.
A mí me parecen deditos blancos asomándose del tejido marrón -opinó el ama de llaves-. No me gustan.
-¿Por qué no?
-No lo sé. Parecen dedos intentando agarrarte. Lo que me gusta, me gusta, y lo que no me gusta, no me gusta; no puedo remediarlo. -No lo sé seguro, pero creo que ninguna orquídea de las que conozco tiene raicillas aéreas exactamente como ésas. Desde luego pueden ser imaginaciones mías. ¿Ves que están un poco aplanadas en el extremo?
-No me gustan -dijo el ama de llaves temblando repentinamente y dándose la vuelta-. Sé que es estúpido por mi parte, y lo siento mucho especialmente porque te gustan tanto. Pero no puedo por menos de pensar en ese cadáver.
-Pero puede que no fuera esa planta en particular. Eso no fue más que una suposición mía.
El ama de llaves se encogió de hombros.
-De todas maneras, no me gustan -concluyó.
Wedderburn se sintió un poco dolido por su aversión a la planta, pero eso no le impidió hablarle de las orquídeas en general y de ésta en particular siempre que le apeteció.
-Pasan cosas tan curiosas con las orquídeas -le contó un día-... hay tantas posibilidades de sorpresa. Darwin estudió su fertilización y mostró que toda la estructura de una flor de orquídea común estaba ideada para que las polillas pudieran llevar el polen de una planta a otra. Bueno, pues se conocen cantidades de orquídeas cuya flor no puede ser fertilizada de esa manera. Algunos Cypripediums, por ejemplo, no hay insecto conocido que pueda fertilizarlos, y a algunos jamás se les ha encontrado semilla.
-Entonces ¿cómo forman las nuevas plantas?
-Con estolones y tubérculos y ese tipo de brotes. Eso tiene fácil explicación. El enigma está en ¿para qué sirven las flores?
»Es muy probable que mi orquídea sea algo extraordinario en ese sentido. Si es así lo estudiaré. A menudo he pensado en hacer investigaciones como Darwin. Pero hasta ahora no he encontrado tiempo o alguna otra cosa me lo ha impedido. ¡Me gustaría mucho que vinieras a verlas!
Pero ella respondió que en el invernadero de las orquídeas hacía tanto calor que le daba dolor de cabeza. Había visto la planta una vez más y las raicillas aéreas -algunas de ellas tenían ahora más de un pie de largas- desgraciadamente le habían recordado tentáculos que se alargaban para agarrar algo. Se metieron en sus sueños y crecían tras ella con una rapidez increíble. Así que había decidido con plena satisfacción no volver a ver la planta y Wedderburn tenía que admirar sus hojas en solitario. Tenían la forma ancha acostumbrada y eran de un verde profundo y lustroso con salpicaduras y puntos de rojo profundo en dirección a la base. No conocía ninguna otra hoja del todo igual. La planta estaba colocada en un banco bajo cerca del termómetro y muy cerca había un dispositivo por medio del cual un grifo goteaba sobre las tuberías de agua caliente y mantenía el ambiente lleno de vapor. Ahora se pasaba las tardes meditando con cierta regularidad sobre la floración ya próxima de la extraña planta.
Finalmente tuvo lugar el gran acontecimiento. Tan pronto como entró en el pequeño invernadero supo que la espiga había eclosionado, aunque su gran Palaeonophis Lowii tapaba la esquina donde estaba su nuevo encanto. Había un olor nuevo en el aire, un perfume poderoso, de un intenso dulzor que dominaba a todos los demás de aquel pequeño invernadero abarrotado y lleno de vapor.
Nada más advertirlo se apresuró hasta la extraña orquídea, y, ¡oh, maravilla!, las verdes espigas trepadoras tenían ahora tres grandes manchas de flores de las que procedía la embriagadora dulzura. Se quedó parado ante ellas en un éxtasis de admiración.
Las flores eran blancas con vetas de dorado naranja en los pétalos, el pesado labellum estaba enrollado en una intrincada proyección y un maravilloso púrpura azulado se mezclaba allí con el oro. Vio de inmediato que se trataba de un género completamente nuevo. ¡Y la inaguantable flagrancia! ¡Qué calor hacía allí! Las flores se balanceaban ante sus ojos.
Miraría si la temperatura estaba bien. Dio un paso hacia el termómetro. De repente todo le pareció vacilante. Los ladrillos del suelo bailaban arriba y abajo. Luego las blancas flores, las hojas verdes detrás de ellas, todo el invernadero pareció extenderse por los costados y después curvarse hacia arriba.
A las cuatro y media su prima, siguiendo la invariable costumbre, hizo el té. Pero Wedderburn no vino a tomarlo.
-Está adorando a esa horrible orquídea -se dijo a sí misma y esperó diez minutos-. Se le debe de haber parado el reloj. Iré a llamarlo.
Fue directa al invernadero y, abriendo la puerta, voceó su nombre. No hubo respuesta. Observó que el aire estaba muy enrarecido y cargado de un intenso perfume. Luego vio algo que yacía sobre los ladrillos entre las tuberías del agua caliente.
Durante un minuto quizá, se quedó inmóvil.
Él estaba tumbado con la cara hacia arriba a los pies de la extraña orquídea. Las raicillas aéreas como tentáculos ya no se balanceaban libremente en el aire sino que se habían apiñado todas juntas, una maraña de cuerdas grises, y se estiraban, tensas, con los extremos bien adheridos a su barbilla, cuello y manos.
No lo entendió. Después vio que por debajo de uno de los exultantes tentáculos sobre la mejilla corría un hilillo de sangre.
Con un grito inarticulado corrió hacia él y trató de apartarlo de las ventosas semejantes a sanguijuelas. Rompió bruscamente dos de los tentáculos y de ellos goteó una savia roja.
Luego el embriagador perfume de la flor hizo que le diera vueltas la cabeza. ¡Cómo se agarraban a él! Rasgó las duras cuerdas y él y la blanca florescencia flotaron a su alrededor. Sintió que se desmayaba, pero sabía que no podía permitírselo. Le dejó, rápidamente abrió la puerta más próxima y, después de jadear un momento al aire libre, tuvo una brillante inspiración. Cogió una maceta y rompió las ventanas del extremo del invernadero. Luego volvió a entrar. Tiró ahora con renovadas fuerzas del cuerpo inmóvil de Wedderburn y estrelló estrepitosamente contra el suelo la extraña orquídea. Ésta todavía se aferraba a su víctima con la más obstinada tenacidad. En un arrebato los arrastró hasta el aire libre.
Entonces pensó en romper las raicillas chupadoras una a una y en un minuto le había liberado y le arrastraba lejos del horror. Estaba blanco y sangraba por una docena de manchas circulares.
El hombre que hacía las chapuzas de la casa subía por el jardín asombrado por la rotura de cristales y la vio emerger arrastrando el cuerpo inanimado con manos manchadas de rojo. Por un instante pensó cosas imposibles.
-¡Trae algo de agua! -gritó ella, y su voz disipó todas sus imaginaciones.
Cuando, con desacostumbrada celeridad, volvió con el agua, la encontró llorando de emoción y con la cabeza de Wedderburn sobre su rodilla limpiándole la sangre de la cara.
-¿Qué pasa? -dijo Wedderburn abriendo los ojos débilmente y cerrándolos de nuevo inmediatamente.
-Ve a decir a Annie que venga aquí fuera y luego ve a buscar al doctor Haddon de inmediato -le dijo al hombre tan pronto como trajo el agua, y añadió al ver que dudaba-: Te lo explicaré todo cuando estés de vuelta.
Pronto Wedderburn abrió de nuevo los ojos, y al verlo molesto por lo sorprendente de su situación, le explicó:
-Te desmayaste en el invernadero. -¿Y la orquídea?
-Yo me encargaré de ella.
Wedderburn había perdido mucha sangre, pero aparte de eso no tenía ninguna lesión grave. Le dieron brandy mezclado con un extracto de carne de color rosado y le subieron a su dormitorio. El ama de llaves contó fragmentariamente la increíble historia al doctor Haddon.
-Venga a ver el invernadero.
El frío aire exterior entraba por la puerta abierta y el empalagoso perfume casi se había desvanecido. La mayoría de las rotas raicillas aéreas, ya marchitas, yacían entre algunas manchas oscuras sobre los ladrillos. El tallo de la floración se rompió con la caída de la planta y las flores crecían con los bordes de los pétalos mustios y marrones. El doctor se inclinó hacia ella, pero vio que una de las raicillas aéreas todavía se movía débilmente y dudó.
A la mañana siguiente la extraña orquídea todavía estaba allí, ahora negra y putrefacta. La puerta batía intermitentemente con la brisa matinal y toda la colección de orquídeas de Wedderburn estaba reseca y postrada. Pero el propio Wedderburn en su dormitorio estaba radiante y dicharachero con la gloria de su extraña aventura.


Vampiros de México

Written by John Doe on at 11:26 a.m.

1) La Tlahuelpuchi (Tlaxcala):
Durante los 43 años de carrera profesional del doctor Hugo Nutini, investigador de la Universidad de Pittsburgh, realizados en México, más de 12 años han sido de trabajo de campo en el estado de Tlaxcala. La historia de la tlahuelpuchi causa escalofríos entre los habitantes mayores del área rural de Tlaxcala al recordarla; y es que apenas hace algunas décadas varios niños perecían después de haber sido chupados por este singular personaje que fue evocado por el doctor Hugo Nutini en su ponencia La chupada de bruja en Tlaxcala, en el marco del diplomado La Brujería Salud y Enfermedad, Nuevas perspectivas teóricas. 
La necesidad de dar explicación a la muerte ha originado miles de estudios, teorías y también de leyendas, una de estas es la que recorre los poblados de Tlaxcala. 
Se dice que las tlahuelpuchis son aquellas mujeres que chupan la sangre a los bebés. Estos individuos tienen el poder sobrenatural de transformarse en animales, principalmente en aves y, dentro de esta especie, el guajolote es el más común. "Entre las características que las personas de los pueblos han dado a las tlahuelpuchis es que éstas se convierten a la primera menstruación de la joven y de ahí en adelante tendrá la necesidad de chupar sangre de dos a cuatro veces al mes; la única manera de hacer que no haga daño es matándola", explicó el investigador de la Universidad de Pittsburgh, que lleva más de cuatro décadas realizando trabajo de campo en México. 
Las tlahuelpuchis no pueden transformarse en animales en presencia de la gente normal, para ello la hipnotizan o se retiran a donde no puedan ser vistas. El rito que realizan para adquirir este don de transformación, según se cuenta, se hace el último sábado de cada mes, después de la media noche. "En la cocina de sus casas, las tlahuelpuchis hacen fuego con madera de capulín, copal, raíces de agave y hojas secas de zoapatl; cuando el fuego está ardiendo, la mujer camina sobre el tlecuil tres veces de norte a sur y de este a oeste; después se sienta sobre el fuego mirando al norte y sus píernas y pies se separan del resto del cuerpo. Toda ella es transformada en perro y coloca las piernas y sus pies sobre el tlecuil en forma de cruz. Este rito mensual se puede considerar como la recarga de baterías sobrenaturales que le permite por un mes transformarse de mujer en animal", detalló Hugo Nutini. 
Otro de los rasgos que distinguen a estas personas, según relatos que el investigador recogió mediante entrevistas a los pobladores, es la luminosidad por la que se hacen acompañar, como si una bola de fuego rodara con ellas, además de un tenue olor a sangre. 
La creencia es que el deseo de las tlahuelpuchís por chupar sangre aumenta con el tiempo frío y lluvioso. Los bebés que prefieren esta mujeres tienen entre tres y diez meses de edad, pues se cree que es la sangre de mejor gusto y la más fortificante. La mayoría de las chupadas ocurren entre la media noche y las cuatro de la mañana. En ese horario se dice que las tlahuelpuchis merodean en busca de víctimas; al acercarse a las casas se convierten en guajolote o en insecto y el siguiente paso es hipnotizar a los habitantes de la casa con su vaho. Una vez que todos duermen, la tlahuelpuchi vuelve adquirir su forma humana, chupa al niño y sale de la casa dejando la puerta entreabierta. "Las marcas que se observan en los pequeños son moretones y ronchas en el pecho y a veces en la espalda y cerca del cuello, además de un tenue o en ocasiones intenso color azulino o purpuriento en la cara o el cuello", relató Nutini. 
Pero como todo fenómeno, la chupada de la bruja también tiene su antídoto entre los habitantes de la Tlaxcala rural. Los métodos que se utilizan para proteger a los bebés son un pedazo de metal brillante, un cuchillo o una caja de agujas o alfileres debajo de la cuna o cerca del petate donde duerme la probable víctima; unas tijeras abiertas, una cruz hecha con monedas en la cabecera de la cuna, un espejo o una cubeta de agua cerca de la puerta o donde duerme el niño; pero lo más efectivo, según creencias, son dientes de ajo envueltos en una tortilla y colocados en el pecho del bebé o varios pedazos de cebolla regados. Debido a que el fenómeno hasta mediados de los años 60's era muy común, en ese entonces la mortandad de los niños era de un 50 por ciento antes de llegar a la edad de cinco años y la gran mayoría en el primer año de vida, el doctor Hugo Nutiní investigó y dio una explicación científica a todo esto. "Existen cinco contextos en los cuales se pueden establecer las causas de la muerte de niños atribuidas a la tlahuelpuchi: asfixia, que ocurre cuando sus mamás los amamantan por la noche y se duermen con ellos en el pecho; sofocación, cuando en las noches muy frías se les cubre en exceso; ahogamiento, cuando después de amamantados no se les hace eructar y son acostados boca arriba; infanticidio, por venganzas; y la última es lo que se conoce como el síndrome de muerte súbita". 

Fuente



2) Camazotz (deidad mesoamericana):
El culto de Camazotz empezó alrededor de 100 a. C. entre los indios zapotecas de OaxacaMéxico; quienes veneraban un monstruo antropomórfico con cuerpo de hombre y cabeza de murciélago. El murciélago fue asociado con la noche, la muerte y el sacrificio. Este dios encontró su lugar rápidamente entre el panteón de los Quiché, una tribu maya que vivió en las selvas de lo que es ahora Guatemala y Honduras. Los quiché identificaron rápidamente el dios-murciélago con su dios Zotzilaha Chamalcan, dios del fuego.




3) Civatateo (azteca):
Como figuras demoníacas, se parecían mucho a estas otras figuras vampíricas como las lamias de la antigua Grecia. Las Civatateo vagaban por la noche atacando niños y dejándolos dejándolos paralizados o enfermos. Se les colocaban ofrendas en los cruces de camino para que se hartaran y no atacaran a los niños. Al mismo tiempo, si se quedaban allí, eran destruidas por la luz del sol. 






4) Cihuateteo (azteca): 

Las Cihuateteo o Cihuapipiltin en la mitología azteca eran espíritus, almas de mujeres nobles muertas al dar a luz (mociuaquetzque). Al contrario que a las Civatateo, se las honraba como a los hombres muertos en batalla.
En este sentido se asocian con la diosa Cihuacóatl y a veces se las considera enviadas desde Mictlán, el inframundo. Se decía que se las podía encontrar en los cruces de caminos llorando por sus hijos. Su origen es totonaca. Cuando llegaron los españoles, tomaron la creencia y la modificaron, dando lugar a la leyenda de la Llorona.
Las Cihuateteo eran pálidos esqueletos de blancas caras con garras de águila en vez de manos y vestidos de encaje decorados con tibias cruzadas.

Noticias sangrientas

Written by John Doe on lunes, 16 de enero de 2012 at 1:13 p.m.

1) CÓMO ES UN CRIMEN RITUAL ( Clarín, 26-7-92)

CURITIBA (De nuestro enviado especial). — El asesinato ritual de Evandro Ramos Caetano, de 7 años, fue relatado en detalle por el pai de santo (sacerdote) Osvaldo Mareineiro, en su confesión a la po­licía civil de esta ciudad.
El 6 de abril Beatriz Abagge, la hija del intendente de Guaratuba que le encargó “el trabajo”, subió a su Escort a Evandro y lo llevó di­rectamente al aserradero de su pa­dre, donde debía ser sacrificado. Como lloraba, le tapó la boca con un trapo. Una vez allí lo ataron y lo dejaron hasta la noehe siguiente. Esa misma tarde, Beatriz fue a una santería del culto Umbanda y com­pró una vasija de barro, llamada aquilar, destinada a guardar los ór­ganos de Evandro.
El 7 de abril, a las 7 de la noche, 7 personas se reunieron para la ce­remonia: Celina Cordeiro de Abagge y su hija, Osvaldo Marcineiro, Vicente de Paula Ferreira, David dos Santos Soares, Sergio Cristofolini y Airton Bardelli dos Santos. El objetivo: pedir a Exú  ri­queza y poder político “sin fin” pa­ra el intendente Aldo Abagge.
El pai de santo Vicente de Paula Ferreira estranguló a Evandro con una soga y le cortó el cuello para extraerle la sangre. Durante el estrangulamiento, Celina y Beatriz le sostuvieron la cabeza. El sacrificio lo llevó a cabo el pai Vicente por­que ai ser Ogan de Corte, en la jerarquía Umbanda, es el único au­torizado.
Después, con un serrucho, un cuchillo y una navaja que estaban en el aserradero le abrió el pecho y la barriga para extraerle los órganos internos. Durante la extracción, Celina, la esposa del intendente, con el corazón de Evandro en la mano, le pidió a gritos a Exú que "favorezca a su marido”.
Cumplida la primera etapa del ritual, Vicente le arrancó el cuero cabelludo, le cortó una oreja y una mano y le extrajo los ojos. Todos los órganos de Evandro fueron de inmediato depositados en la vasija que el pai Osvaldo ordenó enterrar en un pequeño galpón cercano al aserradero.
En determinado momento Bea­triz, a pesar de ser psicóloga y adepta del terreiro (iglesia) del pai Osvaldo, no resistió y se retiró. Fue inmediatamente remplazada por David y Sergio.
Al terminar, el cuerpo fue meti­do en una bolsa de arpillera, depo­sitado en el portaequipaje del auto de Beatriz y arrojado en un terreno baldío de la calle Palmeiras. La po­licía lo encontró el 11 de abril.


En internet se puede consultar un libro que se escribió sobre este caso, pero está en portugués: El caso Evandro. La última condena se realizó en el 2011 a partir de la confirmación del ADN de la víctima: leer

2) COSAS DE BRUJAS (1-2-95)

Belgrado, (EFE).- La comunidad serbia se vio sacudida en los últimos días con la escalofriante historia de una joven que convenció a su padre de que debía incinerar a su abuela materna porque, según sostuvo, con sus “poderes divinos” había logrado advertir que estaba poseída por el demonio. El episodio, tan insólito como horripilante, culminó con la anciana, de 71 años, quemada en una hoguera, mientras que un tribunal serbio acaba de decidir que la joven, de 21 años, y su padre, de 58, sean sometidos a un tratamiento psicológico tras comprobar que padecen esquizofrenia.
La víctima, identificada como Estaricha Yokanovich, fue llevada hasta la hoguera y quemada viva mientras que su yerno y su nieta le daban hachazos cuando intentaba librarse de la tortura, informa el diario belgradense Politika.
La nieta, Gordana, había vivido en excelentes relaciones con sus padres y su abuela, la víctima, en el seno de una familia pudiente, hasta que el verano pasado comenzó a decir que se había convertido en Dios.
Intentó convencer al humilde vecindario de que era una divinidad que llevaba ausente de la Tierra 3.000 años y que había decidido volver para erradicar a Satán y a todos los demonios.
En la ondulada comarca de Cacak, Serbia central, envuelta ahora en un manto de nieve, sólo los aullidos de lobos nocturnos pueden recordar a los demonios dado que las cabras están prohibidas por ley, por desertificar supuestamente los bosques al comerse los retoños de los árboles. Gordana, siempre mimada por la pobre Estaricha, convenció a sus padres de que Satán anidaba en la abuela y que tenía que ser desalojado por el fuego.
La fecha escogida fue el 7 de septiembre al anochecer, cuando la anciana, que no entendía nada, fue llevada violentamente por su yerno y su hija a la hoguera mientras la nieta rompía su precaria resistencia golpeándola con una barra de hierro. Mientras el yerno, Liubisa, desnudo hasta la cintura y enmascarado, danzaba ritos exorcistas en compañía de su esposa, hija de la víctima, ésta ardía entre alaridos silenciados por los hachazos de la nieta.
Mila, hija de la desafortunada anciana y esposa de Liubisa, danzó desnuda del vientre para abajo hasta que la anciana expiró.
Los tres exorcistas fueron conducidos al penal de Belgrado donde una comisión médica diagnosticó esquizofrenia en el caso de Liubisa y su hija Gordana y perturbación mental pasajera, pero eximente, en el de Mila, la hija de la víctima esposa de Liubisa.
Las familias están muy unidas en Serbia y existe un culto a los ancianos que hace insólito este caso de demencia, aunque abundan las creencias paganas mezcladas con el cristianismo ortodoxo.
En algunas comarcas inhóspitas y paupérrimas sobrevivió hasta hace 100 años la institución del lapot, o ejecución de ancianos, algo parecido a lo que se daba en el Japón y en otros pueblos en la antigüedad.
La víctima era conducida a un paraje retirado to cada de una torta de pan que amortiguaba el mazazo que le daba su hijo pero no bastaba para neutralizarlo.
“Te ha matado la torta, no yo”, decía el hijo tras la ejecución del progenitor, según el ancestral ritual, afortunadamente muy poco practicado.


La nueva vampirofilia

Written by John Doe on at 11:52 a.m.

Enciendes la tele y están allí, vas a una librería y aparecen en la mesa de best-sellers, quieres ver una película y sus colmillos protagonizan la cartelera, vas al súper y encuentras “sangre artificial lista para beber”. Los ves en carteles, en revistas, en cómics y hasta impresos en tazas, playeras y termos. ¿Por qué nos invaden?
Krovopijac en Bulgaria, baobhan sith en Escocia, vlokoslak en Serbia… No importa como los llamen, los vampiros han estado presentes en casi todas las culturas y en prácticamente todos los periodos de la historia. En el año 600 a.C., el chino Tse-Chan, ministro de la provincia Cheng, explicó en sus escritos que un hombre muerto podía convertirse en demonio si su alma se negaba a salir del cuerpo. Existen datos similares en Mesopotamia, donde hubo dos “chupa-sangre”, el rapganmekhab (acadio) y el akhkham (asirio). En el terreno literario aparecen en La Odisea, cuando Ulises tiene que ir a la Isla de los Muertos y debe ofrecer sangre animal para que los fallecidos surjan del letargo y hablen con él; y en Las mil y una noches, cuando Sherezada presenta a los gules, los demonios del desierto que radican al norte de Persia y suelen asentarse en los cementerios.
Las transmisiones orales y escritas son las que han mantenido vivo el mito cosmogónico de este ser-no-vivo-no-muerto que hoy “deambula” por el imaginario colectivo luciendo sus colmillos y cautivando con su mirada hipnotizadora a todo aquel que se deje. De la colección de relatos de apariciones Magia póstuma, de Charles Ferdinand Schertz (1706), al cuento El vampiro, de John William Polidori, dado a conocer en 1819 y considerado “el primer esbozo de lo que será la imagen clásica del vampiro literario, aquella del aristócrata vil, frio y enigmático, pero sobre todo perverso y fascinante para las mujeres”, de acuerdo con lo escrito por el Conde de Siruela en el libro El vampiro, los vampyr han ido mejorando tanto en su físico como en posición social, tanto en virtudes como en defectos, y hoy se presentan cuales seres cautivadores que incluso pueden andar a plena luz del día, como Edward Cullen, el protagonista de la saga de Stephenie Meyer.

Nace un mito
El vampiro ha sobrevivido porque representa todo aquello a lo que tememos; porque nos seduce; porque nos despierta la imaginación al fomentarnos la creación artística y nuestras supersticiones. Pero el concepto nació  porque existieron una serie de eventos reales que dieron pie a la leyenda –y creencia-. Durante siglos los hombre estuvieron expuestos a mordeduras de diversos animales, incluidos los murciélagos, los cuales, más allá de chuparles la sangre, les contagiaban la rabia. Esta enfermedad, cuyo periodo de incubación es de tres a siete semanas, provoca convulsiones, babeo, fiebre inferior a los 38 grados, inquietud y fotosensibilidad, lo cual orillaba a los contagiados a permanecer reclusos en la oscuridad y a presentar conductas extrañas, demoniacas para quienes los veían. Cuando llovía demasiado o se desbordaban los ríos, las inundaciones desenterraban algunos cuerpos de las tumbas menos profundas, haciéndolos reaparecer en las calles o en las cercanías de las casas; los animales salvajes también los desterraban y dejaban aquellos restos expuestos; más adelante, hubo asaltantes de tumbas, quienes buscaban objetos preciosos o partes del cuerpo con los cuales traficar, e incluso había personas que por diversas razones debían desenterrarse a sus muertos y depositarlos en otro lugar. Sin embargo fue entre los siglos XIII a XVIII cuando la creencia en los vampiros aumento y el mito terminó por forjarse. La peste negra que azotó a Europa a mediados del siglo XIV y la eventual publicación del Tratado de las apariciones de los espíritus y de los vampiros o revinientes de Hungría, del abad benedictino Don Agustín Calmet (1672-1757) –catalogado como el primer estudio serio sobre este fenómeno e el Viejo Continente-, fueron sus bases.
Prácticamente todos los países europeos estuvieron expuestos a la peste, la que azotó Istría (1672), Prusia (1710-1721 y 1759), Hungría (1725-1730), Serbia (1725), Silesia (1755), Valaquia (1756) y Rusia (1772). Ella fue determinante para la aparición del término “vampiro”, el cual no obstante es de etimología dudosa, pues podría provenir del ruso upyr, del turco uber (que significa bruja) o del serbocroata vampyr (también se le encuentra como wampyr). En 1734 la palabra vampire (vampiro) apareció escrita en idioma inglés; y el término surge por primera vez en alemán en el siglo XVIII, expandiéndose al resto del mundo y bautizando un fenómeno con características demoniacas pero explicable a partir de los padecimientos que predominaron los siglos anteriores y posteriores.

La condesa sangrienta de Transilvania Erzsébet Báthory (1560-1616)
De noble cuna húngara, Erzsébet era una joven encantadora; ambiciosa, añoraba el poder y su familia la enseño a ganarlo y, sobre todo, a ejercerlo –uno de sus parientes fue el rey Segismundo II de Polonia-.
A los 15 años se casó con Ferencz Nadasdy, quien era mayor que ella. La pareja se fue a vivir al castillo de Csjthe. Durante su matrimonio, Nadasdy luchó contra los turcos, pasaba largas temporadas fuera de casa y se le conocía como “El caballero negro de Hungría”. Se dice que cuando regresaba de Csejthe después de alguna batalla, disfrutaba torturando a sus prisioneros. Pero mientras él vivió, “La condesa sangrienta” solo torturaba a sus sirvientas. Fue su tía, la condesa Karla Bárthory, quien la introdujo en la flagelación e incrementó la fascinación de Erzsébet por la tortura. Sus crímenes comenzaron en 1604, cuando su esposo falleció.
Cuenta la leyenda que un día una de sus doncellas le cepillaba el cabello, cuando le dio un tirón. Erzsébet se levantó y le dio una bofetada tan fuerte que la sangre que corrió de su rostro fue a dar al brazo de la condesa. Embelesada por el resultado –esas gotas de líquido rojo habían dejado más lozana su piel-, creyó que sólo la sangre la permitiría conservar su juventud y belleza. En la zona aledaña del castillo vivía Darvulla, mujer mayor conocida como la “La hechicera del bosque”. Ella se mudó al castillo y ayudó a Erzsébet a reunir a las jóvenes de entre 12 y 18 años que proveerían la sangre para sus baños y beber. Dorkó, una de sus sirvientas también la ayudo a torturar y matar a las jovencitas. Se sabe que utilizaban a la “virgen de hierro”, un artefacto metálico de tamaño humano que se le acercaba a las víctimas, el mecanismo se accionaba y subía os brazos para sujetar a la joven, después de sus pechos salían cinco puñales que atravesaban a la doncella. También usaba jaulas, metales ardientes para marcarlas, les cosía la boca si gritaban demasiado, las congelaba y mordía: toda tortura era válida para beber y bañarse en sangre. Pero conforme los años pasaron, el liquido “perdió sus prioridades”. Erzsébet comenzó a buscar jóvenes de “sangre azul” para mantenerse bella. Fue hasta que éstas faltaron que las autoridades empezaron a investigar. Al llegar al castillo. El reino subterráneo de Erzsébet, como lo llama Alejandra Pizarnik en el ensayo La condesa sangrienta, descubrieron varios cadáveres.
En los escritos de la condesa hallaron el relato de cómo perecieron 610 víctimas pero se calcula que fueron más de 650. Hubo un juicio en su contra, y, como no la podían condenar a muerte por ser noble, se le ordenó pasar el resto de sus días encerrada en una diminuta habitación del castillo. Murió el 21 de agosto de 1614.
La historia de Erzsébet ha dado lugar a las pocas mujeres vampiro que habitan el terreno literario, como Clarimonda y Carmilla.

Fuente (revista Muy interesante)




Pd. Rapganmekhab es acaso más conocido en su nombre asirio, Akhkharu. Aparece en libros de demonología y magia, pero no lo encontré en ningún libro de mitología sumeria o de arqueología. Me permito dudar. En otras páginas nombran a Utuhu y Maskin como vampiros mesopotámicos. Los Maskin eran siete espíritus infernales, pero tampoco encontré ninguna referencia a Utuhu. Los Utukku (distinta grafía) también eran seres subterráneos. No leí que tuvieran características vampíricas. 
La moda de forzar referencias antiguas se da especialmente en Egipto, aunque los egipcios no creyeran en vampiros. La leonina diosa Sekhmet - generalmente acusada de deidad bebedora de sangre - era la patrona de las artes médicas. De modo que combinaba la guerra y la medicina (una mezcla entre Ares y Apolo, supongo). No hay ninguna diosa Srun en la mitología egipcia (según varios foros esta diosa se alimentaría de humanos). 

Satanismo

Written by John Doe on at 11:08 a.m.

Después de miles de años se sigue hablan­do de “pactos con el Diablo” La ceremo­nia era una de las más comunes durante el siglo XIV Satanás, según se suponía, fir­maba una especie de “contrato” con sus adoradores y les transfe­ría sus párrafos, dice: Se deben reali­zar en la noche del lunes al martes o del viernes al sábado en un lugar maldito: un cementerio, ruinas de conventos o igle­sias, o algún lugar donde se hu­biere cometido un crimen -o varíos- con un cuchillo. Hay que usar un sayo negro, sin costuras ni mangas y llevar sobre la cabe­za los signos de la Luna, Venus y Saturno en una medalla de plomo. El evocador debe prepa­rarse quince días antes, durante los que sólo debe hacer una co­mida diaria después de la caída del Sol, compuesta de pan negro y sangre de cabrito mezclada con especias. Si se puede conse­guir sangre humana, mucho me­jor Cada cinco días deberá emborracharse con una infusión de vino y amapolas negras tritura­das durante cinco horas
El evocador debía luego inju­riar y profanar los símbolos más sagrados del culto al que perte­necía. Se sacrificaba un macho cabrío con un cuchillo de hierro y se trazaba en el suelo un círcu­lo sin cerrar, y dentro de él un triángulo con la sangre del ani­mal sacrificado. En el ángulo superior, un brasero, y en la base se ubicaba el evocador y dos ayudantes. Fuera del círculo, de un lado estaba la cabeza del macho cabrío y se colocaban a los costados del brasero y en la entrada del círculo un murciélago muerto. Se encendía el brasero, dos velas negras, y sobre el fuego se arrojaba alcanfor, incienso y albarniz. Los ayudantes indicaban al evocador una “fórmula mágica” que repetía. Días después, cuando aparecía una mancha en la piel, significaba que el pacto había tenido éxito. La ligazón con la legión infernal existía hasta después de la muerte.
El avance de los cultos demoníacos sigue creciendo en el mundo más rápido de lo que avanzan la ciencia y la tecnología. En los Estados Unidos, donde hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados sin contar los practicantes individuales, el 66 por ciento de los consultados señaló que creía en el Diablo. También el 66 por ciento dijo que “sí” en Irlanda del Norte, el 57 por ciento en Irlanda, el 33 por ciento en España y el 30 por ciento en Italia y Gran Bretaña. La multiplicación de ritos satánicos en Gran Bretaña, Francia, España y los Estados Unidos preocupa a las autoridades, porque esas prácticas dejan habitualmente un saldo de muertos. Las víctimas, generalmente, perdieron la vida luego de responder “llamados de ultratumbar” o “no relacionados con el mundo habitual que los rodea”.
La ex diputada española Pilar Salarrullana señala en un libro que más de 40 grupos actúan en su país. Explica que en España hay mujeres que se creen hijas, nietas o hermanas del mismísimo diablo. Relata la ex funcionaría que fue invitada a una misa negra:“Me negué porque la ex periencia que tuvieron periodistas fue imborrable y horrorosa. Suelen sacrificar animales y a veces hasta niños pequeños”.

ZONAS EN ROJO
El Diablo y los demonios dejaron de ser una metáfora para explicar la existencia del “Mal”, y la realidad parece avanzar en terrenos concretos. El teóligo norteamericano Peter Wagner aseguró que “fuerzas satánicas controlan áreas perfectamente delimitadas” Entre las inquietantes historias que relata están las siguientes:
En abril de 1985 escuché a un pastor navajo llamado Hermán Williams, que vivía en una reservación. Se enfermó y marchó con su esposa al hospital. Debía cruzar la frontera. De un segundo a otro se sintió perfectamente: sus problemas habían desaparecido. Canceló su cita con el doctor, realizó algunas compras y volvió manejando su camión. Al llegar a la frontera y entrar a la reservación, la enfermedad volvió con toda su intensidad”.
Otro de sus relatos dice: “En una ciudad limítrofe entre Uruguay y Brasil, la frontera corre por el medio de una calle. En el lado uruguayo, la gente mostraba resistencia hacia un misionero cuando se acercaba a hablarles. El hombre observó que una mujer que lo rechazó cruzó a la parte brasileña. El se acercó y ella se comportó de modo muy diferente: sonrió y le agradeció sus palabras. Muchos otros siguieron la misma conducta ”.
En la década del 80 comenzaron a advertirse en la Argentina los avances satánicos: se practican por año miles de exorcismos y las crónicas policiales se refieren con frecuencia a muertes asociadas a “pactos con el diablo”. En los crímenes aparentemente pasionales o por robos suelen aparecer -sospechosamente- gallinas sin cabezas y estrellas de cinco puntas.
A mediados de la década pasada, pequeños grupos comenzaron a celebrar la “Noche de Brujas”, y otros no tan pequeños atacan al grito de “Satán vive”. Las inscripciones también proliferaron, por ejemplo, en los vehículos de transporte: el “666” (número de significado diabólico), junto a dibujos de tridentes y cuernos. Robos en las iglesias y los cementerios pueden obedecer, también a la provisión de elementos para adorar al diablo.
Los adoradores de Satán se reunían desde los tiempos más remotos en el Sabbath. El final era de muerte y destrucción y nadie disfrutaba la reunión: comidas repugnantes, uniones sexuales dolorosas, canciones y músicas desafinadas. Las regiones donde se realizaba el Sabbath estaban alejadas de los centros urbanos y casi siempre atravesaban un curso de agua, cerca de ruinas antiguas o templos paganos. Hasta hoy, muchos creen que las brujas viajaban hasta esos lugares montadas en escobas.
Los escritos de hace siglos no son tan simplistas: se trasladaban a pie si era un lugar cercano. De lo contrario -decían- se untaban primero con ungüentos mágicos, montaban en un bastón blanco y, con viento a favor, recorrían por el aire larguísimas distancias en tiempo récord. Alguna, más terrenal, elegía un carnero negro para su travesía.
El Sabbath no distinguía clases sociales. Había damas de la sociedad, señores millonarios y simples asalariados. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, una gran cola, dedos corvos y uñas largas. La bruja rendía su homenaje apenas llegaba besándolo en todo el cuerpo, lo que daba comienzo a la ceremonia.
Con una flauta se iniciaba una danza. Con el rostro cubierto por una máscara, las brujas bailaban en círculo. A los pocos minutos un gran desorden sexual unía a todos los concurrentes. En su libro Las brujas, Giuseppe Faggin escribió: “Las mujeres, nueve meses después del convertículo, se reunían en el mismo lugar para matar los frutos de sus incestuosos ayuntamientos: les extraían la sangre y quemaban sus cuerpos. Con las cenizas mezcladas a la sangre preparaban un veneno
La comida no podía faltar en el Sabbath, pero se excluían los alimentos gratos a Dios, como el pan y la sal. Abundaba la manteca, la carne de caballo y el queso. A la ingestión de los alimentos precedían palabras blasfemas que lanzaban las brujas. Toda la comida era matizada con canciones obscenas, acompañadas por un grupo de diablos que batían fémures y tibias contra calaveras.
La rendición de cuentas de los delitos cometidos desde el último Sabbath era el paso siguiente. Cada uno debía describir las perversiones cometidas y prometer otras más graves. El que hiciera pocas recibía un número de azotes no inferior a cincuenta.
El momento culminante era la misa negra, una parodia y la profanación del misterio cristiano. Vestido de negro, alguien vertía agua en un cáliz y todos gritaban: Señor nuestro, ayúdanos... El diablo cavaba un pozo pequeño y orinaba: era el agua bendita para rociar a los fíeles. Se quemaba luego la figura de Satanás y con las cenizas las brujas preparaban otros perniciosos venenos.
Una manifestación de poder cerraba definitivamente el Sabbath: las brujas cavaban hoyos en la tierra y volcaban un poco de agua, colocaban un dedo y pronunciaban fórmulas en idiomas desconocidos para desencadenar las más terribles desgracias.

LAS ELEGIDAS: JOVENES Y BELLAS
El machismo en los tiempos de Luis XIII tenía consecuencias graves. Cualquier marca en el cuerpo de una mujer podría ser un signo del dominio de Satanás. Como el instinto sexual era considerado una necesidad miserable, porque se encontraba allí la tentación de Satanás -que alejaba las almas del bien y la verdad- y la mujer era el medio natural, el destino femenino era trágico.
Una mirada penetrante no era motivo de elogios, porque los ojos podían acarrear daños a distancia, y si la mujer era muy bella era capaz de provocar una enfermedad grave con el simple contacto de la mano, matar a una persona o provocar el aborto de una embarazada con el aliento.
Entre las visiones no muy feministas de la época, se aseguraba que los espíritus angelicales sólo aparecían con forma humana y masculina: El aspecto femenino es impuro tentador, es indigno del ángel, aseguraban. El Demonio, entonces, elegía los cuerpos más ondulantes y exuberantes de jóvenes y señoras. Una lucha abierta entre lo divino y lo diabólico enfrentó al hombre y la mujer, sinónimo de perdición.
Cuando la acusación de demonio era un instrumento eficaz de venganza, la juventud y la belleza eran signos nefastos. El largo del cabello atraía el deseo amoroso de los demonios y ejercía sobre Satán una irresistible fascinación. Un mechón de cabellos era la prenda del pacto con el Diablo.
Así como Cristo imprimía los estigmas de su pasión en el cuerpo de los santos, Satanás sellaba con su signo los cuerpos de las mujeres. Era el denominado signum diabolici. Aparecía bajo las axilas, sobre los hombros, bajo los párpados o en los genitales. Una pequeña mancha de nacimiento era altamente comprometedora.
El punto diabólico tenía también -en aquella ignorancia - su insensibilidad. Si no había manchas, ni marcas, ni cicatrices, se rasuraba el cuerpo de la acusada y se lo pinchaba con un alfiler. Cuando el dolor quitaba las fuerzas y la mujer gritaba con menor intensidad, ese era el punto diabólico, la marca de Satanás.
El diagnóstico de endemoniado recurría además a distintas disciplinas. La palabra definitiva la daba el exorcista, que hace unos 5 siglos se mantenía muy ocupado, porque signos evidentes de enfermedades mentales se atribuían a la posesión de Satanás. Tenía conocimientos decisivos y utilizaba el agua santa, el pan bendito, la hostia sagrada y las reliquias de los santos, además de algunas plegarias litúrgicas, como el recitado del prólogo de San Juan.
El exorcista prestaba especial atención a los olores. Las brujas -emisarias de Satanás-emanaban hedores insoportables, los santos, en cambio, dejaban una estela de perfume. Por eso, en torno de la persona elegida por Satán, el aire apestaba.
Decían las tradiciones populares que Satanás conoce perfectamente los orígenes ocultos de las hierbas, plantas y minerales. Las brujas reciben de él -directamente y sin intermediarios- los polvos y ungüentos. Por eso, manipulaban el beleño, el acónito, la belladona, la mandrágora, el cáñamo indio, el estramonio. Casualmente, todos tienen grandes propiedades curativas.
El idioma extraño que por momentos hablaba el poseído, se conoce hoy como el fenómeno de la xenoglosía; también manifestaba fuerzas superiores a las normales, y aunque se decía que era el avance del mal qu se volvía incontenible, se trataba de lo que la Psicología define actualmente como furor maníaco. quien lo sufre, difícilmente pueda ser controlado por varias personas.
En esferas judiciales y eclesiásticas todo se reducía de inmediato a un plano demoníaco y muchos que debieron ser internados en un manicomio o un asilo fueron catalogados como bestias diabólicas e inmundas.
Algunas estadísticas actuales de adoradores de Satán podrían indicar que, en este plano, el tiempo sí ha pasado en vano.

EXORCISTAS POPULARES
Una encuesta de la empresa Gallup indicó el florecimiento de la creencia en el diablo: Irlanda del Norte, 66 por ciento; Estados Unidos, 66 por ciento; República de Irlanda, 57 por ciento; España, 33 por ciento; Italia, 30 por ciento; Gran Bretaña, 30 por ciento; Noruega, 28 por ciento; Holanda, 20 por ciento; Alemania, 18 por ciento; Francia, 17 por ciento; Dinamarca, 12 por ciento.
En todos estos países han florecido los “exorcistas”, quienes por precios accesibles afirman extraer a Satanás del cuerpo de los poseídos. Si esta actividad fue durante cientos de años muy aconsejada cuando alguien mostraba trastornos en su conducta, en 1972 la Santa Sede suprimió esa orden y la Iglesia Católica prohibió administrar estas prácticas, salvo que el obispo de la diócesis obtenga una licencia.

BARATIJAS MUGROSAS
En los últimos años, las denominadas “baratijas diabólicas” están invadiendo muchos países de América latina. Proceden de los Estados Unidos y se conocen allí como “Garbaje pail kids”. Una traducción podría ser “los niños del tacho de basura” Las baratijas presentan imágenes obscenas y en ocasiones vienen acompañadas de una goma de mascar que contiene ácido lisérgico (LSD), una droga de alto poder adictivo prohibida en todo el mundo.
El avance de estos elementos demoníacos comenzó en la década del 80 en los Estados Unidos, y el doctor Joseph Collins -titular de la cátedra de Psicología en la Universidad de Arizona- investigó a fondo el tema. “Muchas patotas desparraman esas baratijas luego de cometer atracos y violaciones y gritar ‘Satán vive’. La policía creyó al principio que se trataba de figuras obscenas que eran sólo una muestra de rebeldía, pero desgraciadamente hoy sabemos que son parte de un modo de accionar de las sectas satánicas y traficantes”
Uno de los países invadidos por estas “baratijas” es Venezuela. Tenían venta libre entre los vendedores ambulantes y comercios de cigarrillos y golosinas hasta que se descubrió el LSD. En la Argentina se han encontrado algunas de estas baratijas diabólicas, pero ni siquiera se intentó lanzarlas a la venta.

EL DIABLO EN EL CINE
La posibilidad demoníaca de encarnarse en seres de carne y hueso y de esa manera actuar en el mundo de los vivos, es la cara del satanismo que más ha seducido a los guionistas de cine. En cientos de películas se especula con la llegada del anticristo, que no es otra cosa que el mal corporizado en un recién nacido. Este será fácilmente reconocido por llevar en su cuerpo las marcas del demonio, y su arribo estará anunciado en antiquísimas escrituras. Dentro de este esquema, la más famosa es La Profecía. En ella, el enviado el mal nacía con el 666 -el número de Satán- marcado en su cuerpo. Antes de esta película, El Bebé de Rosemary mostraba el drama de la mujer embarazada por el mismo Satán. El otro gran tema es el de la posesión demoníaca: El Exorcista se ha convertido en el clásico referente del cine diabólico. Un género que lamentablemente a veces sale de la pantalla y se transforma en realidad sangrienta: en 1970 y por mandato del Diablo, Charles Manson y unos cuantos fanáticos llevaron a cabo una matanza ritual que acabó, entre otras, con la vida de la actriz Sharon Tate.

DATA BANK
Durante el siglo XIV, los pactos con el Diablo eran ceremonias comunes.
Hoy todavía se siguen practicando.
 Hacia el año 1500 los inquisidores publicaron un libro titulado El martillo de las brujas donde se explicaba el complicado proceso de aquellas ceremonias.
Se realizaban en cementerios, ruinas de iglesias o algún lugar donde se hubiera cometido un crimen. Después de injuriar y profanar símbolos, entre otras actividades, el evocador profería una fórmula mágica. Si aparecía días después una mancha en la piel, el pacto había tenido éxito y existiría hasta la muerte.
Los cultos satánicos siguen aumentando en la actualidad. En Estados Unidos hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados. El 66% de los encuestados en ese país afirmó creer en el Diablo.
La multiplicación de ritos satánicos en España, Italia, Gran Bretaña y Francia preocupa a las autoridades. Las prácticas dejan un elevado saldo de muertos.
Desde tiempos remotos, los adoradores de Satán se reunían en el Sabbath sin distinción de clases sociales. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, cola y uñas largas.
El momento culminante del Sabbath era la misa negra.


     
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John Doe

Blogger. Ex estudiante de antropología de la Universidad de Buenos Aires. Mis "héroes" son James Frazer,Mircea Eliade, Joseph Campbell y Vladimir Propp.

 
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