lunes, 16 de enero de 2012

Noticias sangrientas

1) CÓMO ES UN CRIMEN RITUAL ( Clarín, 26-7-92)
CURITIBA (De nuestro enviado especial). — El asesinato ritual de Evandro Ramos Caetano, de 7 años, fue relatado en detalle por el pai de santo (sacerdote) Osvaldo Mareineiro, en su confesión a la po­licía civil de esta ciudad.
El 6 de abril Beatriz Abagge, la hija del intendente de Guaratuba que le encargó “el trabajo”, subió a su Escort a Evandro y lo llevó di­rectamente al aserradero de su pa­dre, donde debía ser sacrificado. Como lloraba, le tapó la boca con un trapo. Una vez allí lo ataron y lo dejaron hasta la noehe siguiente. Esa misma tarde, Beatriz fue a una santería del culto Umbanda y com­pró una vasija de barro, llamada aquilar, destinada a guardar los ór­ganos de Evandro.
El 7 de abril, a las 7 de la noche, 7 personas se reunieron para la ce­remonia: Celina Cordeiro de Abagge y su hija, Osvaldo Marcineiro, Vicente de Paula Ferreira, David dos Santos Soares, Sergio Cristofolini y Airton Bardelli dos Santos. El objetivo: pedir a Exú  ri­queza y poder político “sin fin” pa­ra el intendente Aldo Abagge.
El pai de santo Vicente de Paula Ferreira estranguló a Evandro con una soga y le cortó el cuello para extraerle la sangre. Durante el estrangulamiento, Celina y Beatriz le sostuvieron la cabeza. El sacrificio lo llevó a cabo el pai Vicente por­que ai ser Ogan de Corte, en la jerarquía Umbanda, es el único au­torizado.
Después, con un serrucho, un cuchillo y una navaja que estaban en el aserradero le abrió el pecho y la barriga para extraerle los órganos internos. Durante la extracción, Celina, la esposa del intendente, con el corazón de Evandro en la mano, le pidió a gritos a Exú que "favorezca a su marido”.
Cumplida la primera etapa del ritual, Vicente le arrancó el cuero cabelludo, le cortó una oreja y una mano y le extrajo los ojos. Todos los órganos de Evandro fueron de inmediato depositados en la vasija que el pai Osvaldo ordenó enterrar en un pequeño galpón cercano al aserradero.
En determinado momento Bea­triz, a pesar de ser psicóloga y adepta del terreiro (iglesia) del pai Osvaldo, no resistió y se retiró. Fue inmediatamente remplazada por David y Sergio.
Al terminar, el cuerpo fue meti­do en una bolsa de arpillera, depo­sitado en el portaequipaje del auto de Beatriz y arrojado en un terreno baldío de la calle Palmeiras. La po­licía lo encontró el 11 de abril.


En internet se puede consultar un libro que se escribió sobre este caso, pero está en portugués: El caso Evandro. La última condena se realizó en el 2011 a partir de la confirmación del ADN de la víctima: leer

2) COSAS DE BRUJAS (1-2-95)

Belgrado, (EFE).- La comunidad serbia se vio sacudida en los últimos días con la escalofriante historia de una joven que convenció a su padre de que debía incinerar a su abuela materna porque, según sostuvo, con sus “poderes divinos” había logrado advertir que estaba poseída por el demonio. El episodio, tan insólito como horripilante, culminó con la anciana, de 71 años, quemada en una hoguera, mientras que un tribunal serbio acaba de decidir que la joven, de 21 años, y su padre, de 58, sean sometidos a un tratamiento psicológico tras comprobar que padecen esquizofrenia.
La víctima, identificada como Estaricha Yokanovich, fue llevada hasta la hoguera y quemada viva mientras que su yerno y su nieta le daban hachazos cuando intentaba librarse de la tortura, informa el diario belgradense Politika.
La nieta, Gordana, había vivido en excelentes relaciones con sus padres y su abuela, la víctima, en el seno de una familia pudiente, hasta que el verano pasado comenzó a decir que se había convertido en Dios.
Intentó convencer al humilde vecindario de que era una divinidad que llevaba ausente de la Tierra 3.000 años y que había decidido volver para erradicar a Satán y a todos los demonios.
En la ondulada comarca de Cacak, Serbia central, envuelta ahora en un manto de nieve, sólo los aullidos de lobos nocturnos pueden recordar a los demonios dado que las cabras están prohibidas por ley, por desertificar supuestamente los bosques al comerse los retoños de los árboles. Gordana, siempre mimada por la pobre Estaricha, convenció a sus padres de que Satán anidaba en la abuela y que tenía que ser desalojado por el fuego.
La fecha escogida fue el 7 de septiembre al anochecer, cuando la anciana, que no entendía nada, fue llevada violentamente por su yerno y su hija a la hoguera mientras la nieta rompía su precaria resistencia golpeándola con una barra de hierro. Mientras el yerno, Liubisa, desnudo hasta la cintura y enmascarado, danzaba ritos exorcistas en compañía de su esposa, hija de la víctima, ésta ardía entre alaridos silenciados por los hachazos de la nieta.
Mila, hija de la desafortunada anciana y esposa de Liubisa, danzó desnuda del vientre para abajo hasta que la anciana expiró.
Los tres exorcistas fueron conducidos al penal de Belgrado donde una comisión médica diagnosticó esquizofrenia en el caso de Liubisa y su hija Gordana y perturbación mental pasajera, pero eximente, en el de Mila, la hija de la víctima esposa de Liubisa.
Las familias están muy unidas en Serbia y existe un culto a los ancianos que hace insólito este caso de demencia, aunque abundan las creencias paganas mezcladas con el cristianismo ortodoxo.
En algunas comarcas inhóspitas y paupérrimas sobrevivió hasta hace 100 años la institución del lapot, o ejecución de ancianos, algo parecido a lo que se daba en el Japón y en otros pueblos en la antigüedad.
La víctima era conducida a un paraje retirado to cada de una torta de pan que amortiguaba el mazazo que le daba su hijo pero no bastaba para neutralizarlo.
“Te ha matado la torta, no yo”, decía el hijo tras la ejecución del progenitor, según el ancestral ritual, afortunadamente muy poco practicado.


La nueva vampirofilia

Enciendes la tele y están allí, vas a una librería y aparecen en la mesa de best-sellers, quieres ver una película y sus colmillos protagonizan la cartelera, vas al súper y encuentras “sangre artificial lista para beber”. Los ves en carteles, en revistas, en cómics y hasta impresos en tazas, playeras y termos. ¿Por qué nos invaden?
Krovopijac en Bulgaria, baobhan sith en Escocia, vlokoslak en Serbia… No importa como los llamen, los vampiros han estado presentes en casi todas las culturas y en prácticamente todos los periodos de la historia. En el año 600 a.C., el chino Tse-Chan, ministro de la provincia Cheng, explicó en sus escritos que un hombre muerto podía convertirse en demonio si su alma se negaba a salir del cuerpo. Existen datos similares en Mesopotamia, donde hubo dos “chupa-sangre”, el rapganmekhab (acadio) y el akhkham (asirio). En el terreno literario aparecen en La Odisea, cuando Ulises tiene que ir a la Isla de los Muertos y debe ofrecer sangre animal para que los fallecidos surjan del letargo y hablen con él; y en Las mil y una noches, cuando Sherezada presenta a los gules, los demonios del desierto que radican al norte de Persia y suelen asentarse en los cementerios.
Las transmisiones orales y escritas son las que han mantenido vivo el mito cosmogónico de este ser-no-vivo-no-muerto que hoy “deambula” por el imaginario colectivo luciendo sus colmillos y cautivando con su mirada hipnotizadora a todo aquel que se deje. De la colección de relatos de apariciones Magia póstuma, de Charles Ferdinand Schertz (1706), al cuento El vampiro, de John William Polidori, dado a conocer en 1819 y considerado “el primer esbozo de lo que será la imagen clásica del vampiro literario, aquella del aristócrata vil, frio y enigmático, pero sobre todo perverso y fascinante para las mujeres”, de acuerdo con lo escrito por el Conde de Siruela en el libro El vampiro, los vampyr han ido mejorando tanto en su físico como en posición social, tanto en virtudes como en defectos, y hoy se presentan cuales seres cautivadores que incluso pueden andar a plena luz del día, como Edward Cullen, el protagonista de la saga de Stephenie Meyer.

Nace un mito
El vampiro ha sobrevivido porque representa todo aquello a lo que tememos; porque nos seduce; porque nos despierta la imaginación al fomentarnos la creación artística y nuestras supersticiones. Pero el concepto nació  porque existieron una serie de eventos reales que dieron pie a la leyenda –y creencia-. Durante siglos los hombre estuvieron expuestos a mordeduras de diversos animales, incluidos los murciélagos, los cuales, más allá de chuparles la sangre, les contagiaban la rabia. Esta enfermedad, cuyo periodo de incubación es de tres a siete semanas, provoca convulsiones, babeo, fiebre inferior a los 38 grados, inquietud y fotosensibilidad, lo cual orillaba a los contagiados a permanecer reclusos en la oscuridad y a presentar conductas extrañas, demoniacas para quienes los veían. Cuando llovía demasiado o se desbordaban los ríos, las inundaciones desenterraban algunos cuerpos de las tumbas menos profundas, haciéndolos reaparecer en las calles o en las cercanías de las casas; los animales salvajes también los desterraban y dejaban aquellos restos expuestos; más adelante, hubo asaltantes de tumbas, quienes buscaban objetos preciosos o partes del cuerpo con los cuales traficar, e incluso había personas que por diversas razones debían desenterrarse a sus muertos y depositarlos en otro lugar. Sin embargo fue entre los siglos XIII a XVIII cuando la creencia en los vampiros aumento y el mito terminó por forjarse. La peste negra que azotó a Europa a mediados del siglo XIV y la eventual publicación del Tratado de las apariciones de los espíritus y de los vampiros o revinientes de Hungría, del abad benedictino Don Agustín Calmet (1672-1757) –catalogado como el primer estudio serio sobre este fenómeno e el Viejo Continente-, fueron sus bases.
Prácticamente todos los países europeos estuvieron expuestos a la peste, la que azotó Istría (1672), Prusia (1710-1721 y 1759), Hungría (1725-1730), Serbia (1725), Silesia (1755), Valaquia (1756) y Rusia (1772). Ella fue determinante para la aparición del término “vampiro”, el cual no obstante es de etimología dudosa, pues podría provenir del ruso upyr, del turco uber (que significa bruja) o del serbocroata vampyr (también se le encuentra como wampyr). En 1734 la palabra vampire (vampiro) apareció escrita en idioma inglés; y el término surge por primera vez en alemán en el siglo XVIII, expandiéndose al resto del mundo y bautizando un fenómeno con características demoniacas pero explicable a partir de los padecimientos que predominaron los siglos anteriores y posteriores.

La condesa sangrienta de Transilvania Erzsébet Báthory (1560-1616)
De noble cuna húngara, Erzsébet era una joven encantadora; ambiciosa, añoraba el poder y su familia la enseño a ganarlo y, sobre todo, a ejercerlo –uno de sus parientes fue el rey Segismundo II de Polonia-.
A los 15 años se casó con Ferencz Nadasdy, quien era mayor que ella. La pareja se fue a vivir al castillo de Csjthe. Durante su matrimonio, Nadasdy luchó contra los turcos, pasaba largas temporadas fuera de casa y se le conocía como “El caballero negro de Hungría”. Se dice que cuando regresaba de Csejthe después de alguna batalla, disfrutaba torturando a sus prisioneros. Pero mientras él vivió, “La condesa sangrienta” solo torturaba a sus sirvientas. Fue su tía, la condesa Karla Bárthory, quien la introdujo en la flagelación e incrementó la fascinación de Erzsébet por la tortura. Sus crímenes comenzaron en 1604, cuando su esposo falleció.
Cuenta la leyenda que un día una de sus doncellas le cepillaba el cabello, cuando le dio un tirón. Erzsébet se levantó y le dio una bofetada tan fuerte que la sangre que corrió de su rostro fue a dar al brazo de la condesa. Embelesada por el resultado –esas gotas de líquido rojo habían dejado más lozana su piel-, creyó que sólo la sangre la permitiría conservar su juventud y belleza. En la zona aledaña del castillo vivía Darvulla, mujer mayor conocida como la “La hechicera del bosque”. Ella se mudó al castillo y ayudó a Erzsébet a reunir a las jóvenes de entre 12 y 18 años que proveerían la sangre para sus baños y beber. Dorkó, una de sus sirvientas también la ayudo a torturar y matar a las jovencitas. Se sabe que utilizaban a la “virgen de hierro”, un artefacto metálico de tamaño humano que se le acercaba a las víctimas, el mecanismo se accionaba y subía os brazos para sujetar a la joven, después de sus pechos salían cinco puñales que atravesaban a la doncella. También usaba jaulas, metales ardientes para marcarlas, les cosía la boca si gritaban demasiado, las congelaba y mordía: toda tortura era válida para beber y bañarse en sangre. Pero conforme los años pasaron, el liquido “perdió sus prioridades”. Erzsébet comenzó a buscar jóvenes de “sangre azul” para mantenerse bella. Fue hasta que éstas faltaron que las autoridades empezaron a investigar. Al llegar al castillo. El reino subterráneo de Erzsébet, como lo llama Alejandra Pizarnik en el ensayo La condesa sangrienta, descubrieron varios cadáveres.
En los escritos de la condesa hallaron el relato de cómo perecieron 610 víctimas pero se calcula que fueron más de 650. Hubo un juicio en su contra, y, como no la podían condenar a muerte por ser noble, se le ordenó pasar el resto de sus días encerrada en una diminuta habitación del castillo. Murió el 21 de agosto de 1614.
La historia de Erzsébet ha dado lugar a las pocas mujeres vampiro que habitan el terreno literario, como Clarimonda y Carmilla.

Fuente (revista Muy interesante)




Pd. Rapganmekhab es acaso más conocido en su nombre asirio, Akhkharu. Aparece en libros de demonología y magia, pero no lo encontré en ningún libro de mitología sumeria o de arqueología. Me permito dudar. En otras páginas nombran a Utuhu y Maskin como vampiros mesopotámicos. Los Maskin eran siete espíritus infernales, pero tampoco encontré ninguna referencia a Utuhu. Los Utukku (distinta grafía) también eran seres subterráneos. No leí que tuvieran características vampíricas. 
La moda de forzar referencias antiguas se da especialmente en Egipto, aunque los egipcios no creyeran en vampiros. La leonina diosa Sekhmet - generalmente acusada de deidad bebedora de sangre - era la patrona de las artes médicas. De modo que combinaba la guerra y la medicina (una mezcla entre Ares y Apolo, supongo). No hay ninguna diosa Srun en la mitología egipcia (según varios foros esta diosa se alimentaría de humanos). 

Satanismo

Después de miles de años se sigue hablan­do de “pactos con el Diablo” La ceremo­nia era una de las más comunes durante el siglo XIV Satanás, según se suponía, fir­maba una especie de “contrato” con sus adoradores y les transfe­ría sus párrafos, dice: Se deben reali­zar en la noche del lunes al martes o del viernes al sábado en un lugar maldito: un cementerio, ruinas de conventos o igle­sias, o algún lugar donde se hu­biere cometido un crimen -o varíos- con un cuchillo. Hay que usar un sayo negro, sin costuras ni mangas y llevar sobre la cabe­za los signos de la Luna, Venus y Saturno en una medalla de plomo. El evocador debe prepa­rarse quince días antes, durante los que sólo debe hacer una co­mida diaria después de la caída del Sol, compuesta de pan negro y sangre de cabrito mezclada con especias. Si se puede conse­guir sangre humana, mucho me­jor Cada cinco días deberá emborracharse con una infusión de vino y amapolas negras tritura­das durante cinco horas
El evocador debía luego inju­riar y profanar los símbolos más sagrados del culto al que perte­necía. Se sacrificaba un macho cabrío con un cuchillo de hierro y se trazaba en el suelo un círcu­lo sin cerrar, y dentro de él un triángulo con la sangre del ani­mal sacrificado. En el ángulo superior, un brasero, y en la base se ubicaba el evocador y dos ayudantes. Fuera del círculo, de un lado estaba la cabeza del macho cabrío y se colocaban a los costados del brasero y en la entrada del círculo un murciélago muerto. Se encendía el brasero, dos velas negras, y sobre el fuego se arrojaba alcanfor, incienso y albarniz. Los ayudantes indicaban al evocador una “fórmula mágica” que repetía. Días después, cuando aparecía una mancha en la piel, significaba que el pacto había tenido éxito. La ligazón con la legión infernal existía hasta después de la muerte.
El avance de los cultos demoníacos sigue creciendo en el mundo más rápido de lo que avanzan la ciencia y la tecnología. En los Estados Unidos, donde hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados sin contar los practicantes individuales, el 66 por ciento de los consultados señaló que creía en el Diablo. También el 66 por ciento dijo que “sí” en Irlanda del Norte, el 57 por ciento en Irlanda, el 33 por ciento en España y el 30 por ciento en Italia y Gran Bretaña. La multiplicación de ritos satánicos en Gran Bretaña, Francia, España y los Estados Unidos preocupa a las autoridades, porque esas prácticas dejan habitualmente un saldo de muertos. Las víctimas, generalmente, perdieron la vida luego de responder “llamados de ultratumbar” o “no relacionados con el mundo habitual que los rodea”.
La ex diputada española Pilar Salarrullana señala en un libro que más de 40 grupos actúan en su país. Explica que en España hay mujeres que se creen hijas, nietas o hermanas del mismísimo diablo. Relata la ex funcionaría que fue invitada a una misa negra:“Me negué porque la ex periencia que tuvieron periodistas fue imborrable y horrorosa. Suelen sacrificar animales y a veces hasta niños pequeños”.

ZONAS EN ROJO
El Diablo y los demonios dejaron de ser una metáfora para explicar la existencia del “Mal”, y la realidad parece avanzar en terrenos concretos. El teóligo norteamericano Peter Wagner aseguró que “fuerzas satánicas controlan áreas perfectamente delimitadas” Entre las inquietantes historias que relata están las siguientes:
En abril de 1985 escuché a un pastor navajo llamado Hermán Williams, que vivía en una reservación. Se enfermó y marchó con su esposa al hospital. Debía cruzar la frontera. De un segundo a otro se sintió perfectamente: sus problemas habían desaparecido. Canceló su cita con el doctor, realizó algunas compras y volvió manejando su camión. Al llegar a la frontera y entrar a la reservación, la enfermedad volvió con toda su intensidad”.
Otro de sus relatos dice: “En una ciudad limítrofe entre Uruguay y Brasil, la frontera corre por el medio de una calle. En el lado uruguayo, la gente mostraba resistencia hacia un misionero cuando se acercaba a hablarles. El hombre observó que una mujer que lo rechazó cruzó a la parte brasileña. El se acercó y ella se comportó de modo muy diferente: sonrió y le agradeció sus palabras. Muchos otros siguieron la misma conducta ”.
En la década del 80 comenzaron a advertirse en la Argentina los avances satánicos: se practican por año miles de exorcismos y las crónicas policiales se refieren con frecuencia a muertes asociadas a “pactos con el diablo”. En los crímenes aparentemente pasionales o por robos suelen aparecer -sospechosamente- gallinas sin cabezas y estrellas de cinco puntas.
A mediados de la década pasada, pequeños grupos comenzaron a celebrar la “Noche de Brujas”, y otros no tan pequeños atacan al grito de “Satán vive”. Las inscripciones también proliferaron, por ejemplo, en los vehículos de transporte: el “666” (número de significado diabólico), junto a dibujos de tridentes y cuernos. Robos en las iglesias y los cementerios pueden obedecer, también a la provisión de elementos para adorar al diablo.
Los adoradores de Satán se reunían desde los tiempos más remotos en el Sabbath. El final era de muerte y destrucción y nadie disfrutaba la reunión: comidas repugnantes, uniones sexuales dolorosas, canciones y músicas desafinadas. Las regiones donde se realizaba el Sabbath estaban alejadas de los centros urbanos y casi siempre atravesaban un curso de agua, cerca de ruinas antiguas o templos paganos. Hasta hoy, muchos creen que las brujas viajaban hasta esos lugares montadas en escobas.
Los escritos de hace siglos no son tan simplistas: se trasladaban a pie si era un lugar cercano. De lo contrario -decían- se untaban primero con ungüentos mágicos, montaban en un bastón blanco y, con viento a favor, recorrían por el aire larguísimas distancias en tiempo récord. Alguna, más terrenal, elegía un carnero negro para su travesía.
El Sabbath no distinguía clases sociales. Había damas de la sociedad, señores millonarios y simples asalariados. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, una gran cola, dedos corvos y uñas largas. La bruja rendía su homenaje apenas llegaba besándolo en todo el cuerpo, lo que daba comienzo a la ceremonia.
Con una flauta se iniciaba una danza. Con el rostro cubierto por una máscara, las brujas bailaban en círculo. A los pocos minutos un gran desorden sexual unía a todos los concurrentes. En su libro Las brujas, Giuseppe Faggin escribió: “Las mujeres, nueve meses después del convertículo, se reunían en el mismo lugar para matar los frutos de sus incestuosos ayuntamientos: les extraían la sangre y quemaban sus cuerpos. Con las cenizas mezcladas a la sangre preparaban un veneno
La comida no podía faltar en el Sabbath, pero se excluían los alimentos gratos a Dios, como el pan y la sal. Abundaba la manteca, la carne de caballo y el queso. A la ingestión de los alimentos precedían palabras blasfemas que lanzaban las brujas. Toda la comida era matizada con canciones obscenas, acompañadas por un grupo de diablos que batían fémures y tibias contra calaveras.
La rendición de cuentas de los delitos cometidos desde el último Sabbath era el paso siguiente. Cada uno debía describir las perversiones cometidas y prometer otras más graves. El que hiciera pocas recibía un número de azotes no inferior a cincuenta.
El momento culminante era la misa negra, una parodia y la profanación del misterio cristiano. Vestido de negro, alguien vertía agua en un cáliz y todos gritaban: Señor nuestro, ayúdanos... El diablo cavaba un pozo pequeño y orinaba: era el agua bendita para rociar a los fíeles. Se quemaba luego la figura de Satanás y con las cenizas las brujas preparaban otros perniciosos venenos.
Una manifestación de poder cerraba definitivamente el Sabbath: las brujas cavaban hoyos en la tierra y volcaban un poco de agua, colocaban un dedo y pronunciaban fórmulas en idiomas desconocidos para desencadenar las más terribles desgracias.

LAS ELEGIDAS: JOVENES Y BELLAS
El machismo en los tiempos de Luis XIII tenía consecuencias graves. Cualquier marca en el cuerpo de una mujer podría ser un signo del dominio de Satanás. Como el instinto sexual era considerado una necesidad miserable, porque se encontraba allí la tentación de Satanás -que alejaba las almas del bien y la verdad- y la mujer era el medio natural, el destino femenino era trágico.
Una mirada penetrante no era motivo de elogios, porque los ojos podían acarrear daños a distancia, y si la mujer era muy bella era capaz de provocar una enfermedad grave con el simple contacto de la mano, matar a una persona o provocar el aborto de una embarazada con el aliento.
Entre las visiones no muy feministas de la época, se aseguraba que los espíritus angelicales sólo aparecían con forma humana y masculina: El aspecto femenino es impuro tentador, es indigno del ángel, aseguraban. El Demonio, entonces, elegía los cuerpos más ondulantes y exuberantes de jóvenes y señoras. Una lucha abierta entre lo divino y lo diabólico enfrentó al hombre y la mujer, sinónimo de perdición.
Cuando la acusación de demonio era un instrumento eficaz de venganza, la juventud y la belleza eran signos nefastos. El largo del cabello atraía el deseo amoroso de los demonios y ejercía sobre Satán una irresistible fascinación. Un mechón de cabellos era la prenda del pacto con el Diablo.
Así como Cristo imprimía los estigmas de su pasión en el cuerpo de los santos, Satanás sellaba con su signo los cuerpos de las mujeres. Era el denominado signum diabolici. Aparecía bajo las axilas, sobre los hombros, bajo los párpados o en los genitales. Una pequeña mancha de nacimiento era altamente comprometedora.
El punto diabólico tenía también -en aquella ignorancia - su insensibilidad. Si no había manchas, ni marcas, ni cicatrices, se rasuraba el cuerpo de la acusada y se lo pinchaba con un alfiler. Cuando el dolor quitaba las fuerzas y la mujer gritaba con menor intensidad, ese era el punto diabólico, la marca de Satanás.
El diagnóstico de endemoniado recurría además a distintas disciplinas. La palabra definitiva la daba el exorcista, que hace unos 5 siglos se mantenía muy ocupado, porque signos evidentes de enfermedades mentales se atribuían a la posesión de Satanás. Tenía conocimientos decisivos y utilizaba el agua santa, el pan bendito, la hostia sagrada y las reliquias de los santos, además de algunas plegarias litúrgicas, como el recitado del prólogo de San Juan.
El exorcista prestaba especial atención a los olores. Las brujas -emisarias de Satanás-emanaban hedores insoportables, los santos, en cambio, dejaban una estela de perfume. Por eso, en torno de la persona elegida por Satán, el aire apestaba.
Decían las tradiciones populares que Satanás conoce perfectamente los orígenes ocultos de las hierbas, plantas y minerales. Las brujas reciben de él -directamente y sin intermediarios- los polvos y ungüentos. Por eso, manipulaban el beleño, el acónito, la belladona, la mandrágora, el cáñamo indio, el estramonio. Casualmente, todos tienen grandes propiedades curativas.
El idioma extraño que por momentos hablaba el poseído, se conoce hoy como el fenómeno de la xenoglosía; también manifestaba fuerzas superiores a las normales, y aunque se decía que era el avance del mal qu se volvía incontenible, se trataba de lo que la Psicología define actualmente como furor maníaco. quien lo sufre, difícilmente pueda ser controlado por varias personas.
En esferas judiciales y eclesiásticas todo se reducía de inmediato a un plano demoníaco y muchos que debieron ser internados en un manicomio o un asilo fueron catalogados como bestias diabólicas e inmundas.
Algunas estadísticas actuales de adoradores de Satán podrían indicar que, en este plano, el tiempo sí ha pasado en vano.

EXORCISTAS POPULARES
Una encuesta de la empresa Gallup indicó el florecimiento de la creencia en el diablo: Irlanda del Norte, 66 por ciento; Estados Unidos, 66 por ciento; República de Irlanda, 57 por ciento; España, 33 por ciento; Italia, 30 por ciento; Gran Bretaña, 30 por ciento; Noruega, 28 por ciento; Holanda, 20 por ciento; Alemania, 18 por ciento; Francia, 17 por ciento; Dinamarca, 12 por ciento.
En todos estos países han florecido los “exorcistas”, quienes por precios accesibles afirman extraer a Satanás del cuerpo de los poseídos. Si esta actividad fue durante cientos de años muy aconsejada cuando alguien mostraba trastornos en su conducta, en 1972 la Santa Sede suprimió esa orden y la Iglesia Católica prohibió administrar estas prácticas, salvo que el obispo de la diócesis obtenga una licencia.

BARATIJAS MUGROSAS
En los últimos años, las denominadas “baratijas diabólicas” están invadiendo muchos países de América latina. Proceden de los Estados Unidos y se conocen allí como “Garbaje pail kids”. Una traducción podría ser “los niños del tacho de basura” Las baratijas presentan imágenes obscenas y en ocasiones vienen acompañadas de una goma de mascar que contiene ácido lisérgico (LSD), una droga de alto poder adictivo prohibida en todo el mundo.
El avance de estos elementos demoníacos comenzó en la década del 80 en los Estados Unidos, y el doctor Joseph Collins -titular de la cátedra de Psicología en la Universidad de Arizona- investigó a fondo el tema. “Muchas patotas desparraman esas baratijas luego de cometer atracos y violaciones y gritar ‘Satán vive’. La policía creyó al principio que se trataba de figuras obscenas que eran sólo una muestra de rebeldía, pero desgraciadamente hoy sabemos que son parte de un modo de accionar de las sectas satánicas y traficantes”
Uno de los países invadidos por estas “baratijas” es Venezuela. Tenían venta libre entre los vendedores ambulantes y comercios de cigarrillos y golosinas hasta que se descubrió el LSD. En la Argentina se han encontrado algunas de estas baratijas diabólicas, pero ni siquiera se intentó lanzarlas a la venta.

EL DIABLO EN EL CINE
La posibilidad demoníaca de encarnarse en seres de carne y hueso y de esa manera actuar en el mundo de los vivos, es la cara del satanismo que más ha seducido a los guionistas de cine. En cientos de películas se especula con la llegada del anticristo, que no es otra cosa que el mal corporizado en un recién nacido. Este será fácilmente reconocido por llevar en su cuerpo las marcas del demonio, y su arribo estará anunciado en antiquísimas escrituras. Dentro de este esquema, la más famosa es La Profecía. En ella, el enviado el mal nacía con el 666 -el número de Satán- marcado en su cuerpo. Antes de esta película, El Bebé de Rosemary mostraba el drama de la mujer embarazada por el mismo Satán. El otro gran tema es el de la posesión demoníaca: El Exorcista se ha convertido en el clásico referente del cine diabólico. Un género que lamentablemente a veces sale de la pantalla y se transforma en realidad sangrienta: en 1970 y por mandato del Diablo, Charles Manson y unos cuantos fanáticos llevaron a cabo una matanza ritual que acabó, entre otras, con la vida de la actriz Sharon Tate.

DATA BANK
Durante el siglo XIV, los pactos con el Diablo eran ceremonias comunes.
Hoy todavía se siguen practicando.
 Hacia el año 1500 los inquisidores publicaron un libro titulado El martillo de las brujas donde se explicaba el complicado proceso de aquellas ceremonias.
Se realizaban en cementerios, ruinas de iglesias o algún lugar donde se hubiera cometido un crimen. Después de injuriar y profanar símbolos, entre otras actividades, el evocador profería una fórmula mágica. Si aparecía días después una mancha en la piel, el pacto había tenido éxito y existiría hasta la muerte.
Los cultos satánicos siguen aumentando en la actualidad. En Estados Unidos hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados. El 66% de los encuestados en ese país afirmó creer en el Diablo.
La multiplicación de ritos satánicos en España, Italia, Gran Bretaña y Francia preocupa a las autoridades. Las prácticas dejan un elevado saldo de muertos.
Desde tiempos remotos, los adoradores de Satán se reunían en el Sabbath sin distinción de clases sociales. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, cola y uñas largas.
El momento culminante del Sabbath era la misa negra.


     
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domingo, 15 de enero de 2012

Poltergeist: las energías sin control

Se creía, entre el horror y la risa, que aquella ficción era insuperable: adolescentes y niñas aparecían en las pelí­culas con el rostro desfigu­rado, mientras en la habitación -en­sombrecida- los objetos estallaban, las mamposterías eran arrancadas de las paredes por garras invisi­bles, inhumanas; todo volaba de un lado a otro rumbo al delirio. En la realidad de aquellas locuras cine­matográficas (El exorcista y sus secuelas) no tardó el “Demonio” en aparecer como un culpable sin atenuantes, ni la “casa embrujada” como responsable de los trayectos criminales de sillas y mesas que navegaban por el aire. Todo era una mezcla extraña de imaginación y hechos científicos comprobados, pero hoy algo es seguro: aquella ficción fue superada, aunque sin posesiones diabólicas ni encanta­mientos.
Los sucesos que erizaban cabe­llos y piel en los cines a millones de asustadizos gozosos, se estudian desde hace más de medio siglo y las ciencias alternativas los deno­minan PKER (psikinesis espontá­nea recurrente) o “polstergeist”, expresión de origen alemán que se traduce como “duende burlón”.
Los culpables de todo esto -está descubierto- son inocentes.
En universidades de Italia, Francia, España y Alemania, ade­más de otras numerosas de los Es­tados Unidos (Harvard e Illinois, especialmente) los casos de “poltergeist” recibieron mayor atención que otros de origen parapsicológico. No es casualidad: en 1990 y 1991 (por citar ejemplos de los úl­timos años) los científicos tuvieron para estudiar nada menos que 1.500 casos sólo en Illinois. Cifras de Francia y Alemania señalaron que en 1989 los objetos volaron en 456 mansiones y casas humildes.
Llegamos y la escena era pro­pia de todas las películas conoci­das: la niña tenía alrededor de 12 años y estaba arrodillada en la ca­ma -describe el doctor Burton Alween en un informe archivado en Harvard-; apenas entramos con mis colaboradores, una mesa voló hacia nosotros y golpeó la puerta, estalló luego un florero y los objetos que estaban sobre la mesa de luz se abalanzaron hacia nosotros. Sin embargo, ninguno nos causó heridas. La niña miraba todo esto sorprendida y parecía pedirnos ayuda..."
Así comienza el informe de Alween -46 años, uno de los investigadores más destacados de los Estados Unidos-, quien explica luego que, de repente, todo volvió a la normalidad. ¿Quién o qué había producido el pequeño desastre? Durante siglos, como tantos otros hechos inexplicables para el conocimiento de las épocas, se atribuyó a los espíritus, a muertos que regresaban con sus almas penando para reprochar a los vivos cuestiones pendientes, a los “duendes burlones” que no eran mal intencionados, pero asustaban.
“Cuando llegaron, a la habitación, los padres de la niña, a pesar de nuestras recomendaciones de permanecer alejados -continúa el doctor Alween-, la 'lluvia' de objetos aumentó: nada quedó sobre el pequeño escritorio, ni la mesa de luz, ni la biblioteca...”.
En ningún caso de poltergeist -así lo aseguran y subrayan todos los investigadores- hay intenciones de agresión ni destrucción. Una vez que abandonaban el “vuelo”, los objetos caen lentamente al piso o vuelven a su lugar: “Nadie ha sido asesinado investigando un caso de PKER -aclara Alween-; aunque el tema de un asesinato sin que el asesino se mueva ni use armas es un argumento cinematográfico muy interesante y comerciar.

CONFLICTOS INCONSCIENTES JUVENILES

La intervención de la Psicología en los casos de poltergeist es esencial. Se decía más arriba que el culpable es inocente, porque el productor de los sucesos que aterran, siempre es un adolescente o niño que ignora -completamente-qué sucede cuando todo a su alrededor comienza a dar vueltas. Los estudios determinaron que no hubo menores de 4 años que produjeran PKER ni mayores de 22. Los mecanismos fueron -y son- los mismos: la persona entra a la casa y las cosas empiezan a desplazarse, los artefactos eléctricos estallan o dejan de funcionar y otros objetos explotan o se rompen, a veces simultáneamente y otras, en una seguidilla alarmante.
Todo esto tiene raíces -muy claras a fines del siglo XX- en la acción del potencial extrasensorial sobre el mundo externo. Cada caso tendrá distinta intensidad y frecuencia. Generalmente, su, duración es breve y no excede unos pocos días, pero hubo jóvenes que no pudieron ser controlados durante varios meses. Suzzane Fainburg -médica forense y psicóloga que forma parte del equipo investigador en la Universidad de París- explica que el temible poltergeist sólo expresa que el joven o la joven están disconformes con actitudes familiares: “Hay quienes intentan llamar la atención vistiendo ropas llamativas o cortándose el pelo de un modo especial -compara Fainburg-; en estos casos se buscan otro camino, que es inconsciente. El joven no tiene intenciones de que eso ocurra ni sabe por qué sucede. Por vía inconsciente está pidiendo auxilio a sus padres y familiares, expresa que algo en las relaciones de la familia lo está perturbando. Las razones no las conoce en el plano consciente, pero lo atormentan. Al llegar a un límite se produce la acción psikinética y aparece el poltergeist”.
Al volver sobre el informe de Alween, hay coincidencias con la psicóloga: no existe voluntad de dañar. Si es cierto que hubo objetos pesados que se estrellaran -y con violencia- de una a otra pared, se quebraran espejos y vidrios despedazados se dispersaran por el aire, ¿cómo es posible que jamás se hiriera o matara a alguien?
Esto entra en el plano de los fenómenos extrasensoriales -detalla la psicóloga norteamericana-; todas estas actitudes inconscientes son claramente controladas. A través de la clarividencia, telepatía y precognición, el recorrido de los objetos que ‘vuelan’ son manejados y evitan lastimar a todos los que están alrededor. Sin embargo, cuando los ‘responsables' del problema (quienes protagonizan la situación que altera al joven o al niño) aparecen, aumenta la 'voladura' de objetos por la habitación. Nunca ha habido personas lastimadas, pero mi opinión personal es que no deben descartarse sucesos en los que podría haber heridos y hasta muertos”.
La base más convincente y científica de que los orígenes del poltergeist son, exclusivamente, psicológicos y parapsicológicos, la ofrecen los resultados: tras un tratamiento profesional, los hechos “misteriosos’' dejaron de producirse y el joven manifestó con palabras los motivos de sus conflictos.
No se dejó de asociar -hoy todavía se lo hace- al poltergeist con las “casas embrujadas” o “encantadas”. Allí, también hay movimientos de objetos sin que nadie -al menos en forma visible- actúe sobre ellos. Los aparatos eléctricos dejan de funcionar y hay cortes de luz repentinos. Tampoco se halla “algo” o “alguien” que produzca la especie de argumento novelesco. La diferencia con los PKER es que en las “casas embrujadas” -tema que merece atenderse en detalle los fenómenos aparentemente extraños pueden extenderse durante siglos, lo que descarta -totalmente-cualquier intervención de una o varias personas. La explicación simple y rápida es que habría en esos lugares (castillos, mansiones o casas comunes) una energía dejada por alguien que murió violentamente. Esta energía, después, sería la causante de los sucesos. La semejanza mínima entre el poltergeist y las casas misterioras radica apenas en fenómenos de psikinesis, que permiten el movimiento de objetos a través del poder mental.
Otro concepto que se mezcló entre la ciencia y los PKER fue el de “posesión demoníaca”, un absurdo si se mira desde las puertas del siglo XXI. "Al Diablo nosotros lo calmamos con una inyección”, bromean los psiquiatras sin que nadie -ni Iglesia ni sectas satánicas- puedan desmentirlo. A los adolescentes y niños que provocan los fenómenos psikinéticos se les atribuyó relación con los demonios. Satán, invadiendo su cuerpo indefenso, era el productor de aquello inexplicable y escalofriante: cualquier alteración en la conducta no esperaba otra definición que la de “poseído”, o “poseída”, porque parecería que el demonio prefería el cuerpo femenino: “Freud lo aclaró detalladamente -indica la doctora Fainburg-; cualquier perturbación psicológica de una niña que se transforma en mujer puede reflejarse en fenómeno poco usuales: los psikinéticos son unos; los íntomas de lo que se denominaba posesión demoníaca (marcas en el cuerpo, zonas en las que no se siente el dolor y hablar en idiomas desconocidos, por ejemplo) son otros. No hay misterios ni intervenciones diabólicas”.
Los “duendes burlones” de la psikinesis espontánea recurrente -el inquietante poltergeist- siguen deambulando en escenarios que cualquier ficción envidiaría. La Asociación de Ciencias Alternativas de Inglaterra informa acerca de un curioso porcentaje: de cada 1.000 niños o adolescentes, el 3 por ciento produce el poltergeist, números que los psicólogos y psiquiatras no desmienten. Hoy, lejos de los siglos de la ignorancia, la cuestión es más sociológica que demoníaca.

LOS CAZAFANTASMAS

A los avisos de quienes adivinan el futuro y se autodefinen capacitados para que "el amor vuelva a casa” en pocos días, se suman en los diarios de todo el mundo los de "cazafantasmas". Aunque los servicios se insinúan más seriamente, los objetivos no son otros: atrapar a seres invisibles que causan disturbios en las casas, especialmente las antiguas y de grandes dimensiones. Desde el “The New York Times” hasta el francés “Liberation” y la mayoría de los matutinos y vespertinos de América del Sur, todos publican -en las páginas de servicios útiles-avisos en los que se ofrecen “especialistas" para terminar con los sucesos extraños y armonizar el edificio.
Se sabe que en varios países (Italia es uno de ellos y otro es la Argentina) se han montado empresas destinadas, exclusivamente, a la caza de fantasmas. Quienes no alcanzan a pensar que ios casos de poltergeist tienen su comprobado origen psicológico y parapsicológico, recurren a estos promocionados servicios.
Los métodos de trabajo no difieren de los de hace cientos de años: se arroja agua bendita en sectores “clave” de la casa, se encienden sahumerios e inciensos a determinadas horas y se “cortan” tas denominadas “malas ondas” a través de determinados ejercicios mentales, según explican. Las empresas de "cazafantasmas” más sofisticadas recurren a aparatos muy sensibles que 'detectarían” presencias que la vista normal no capta. Estas, serían responsables de que los objetos salten de un lado a otro de las habitaciones.
Ya hay especialistas en todo el mundo que se dedican a “exterminar" sucesos extraños y armonizar edificios invadidos por presencias sobrenaturales.
Los resultados de estos servicios (algunos “de urgencia”, como se promocionan) no parecen muy confiables, pero sin que se enteren psicólogos, psiquiatras e investigadores parapsicólogicos, progresan notablemente.

DATA BANK
Todos los fenómenos que involucran a objetos volando dentro de una habitación, sin razón aparente, son denominados PKER (Psikinesis Espontánea Recurrente) y las ciencias alternativas los estudian desde hace más de medio siglo.
En 1990 y 1991 se reportaron 1.500 casos sólo en la ciudad de Illinois.
Los investigadores aseguran que en ningún caso de poltergeist hay intenciones de agresión o destrucción.
Una vez que abandonan el “vuelo”, los objetos caen lentamente al piso o vuelven a su lugar.
Se ha logrado determinar que este tipo de fenómenos no se produce en seres humanos menores de 4 ni mayores de 22 años.
Los especialistas aseguran que los PKER son frecuentes en jóvenes que intentan, de algún modo, captar la atención de los mayores.
La posesión diabólica no existe. La mayoría de los psiquiatras coincide en que estos estados se deben a perturbaciones psicológicas que pueden tener, o no, manifestaciones psikinéticas.


Revista Conozca más
Casos reales de Poltergeist (con fotos)




Pd. La nota tiene un par de años. No pude encontrar información alguna en internet sobre el Dr.  Alween o la Dra. Fainburg.

sábado, 14 de enero de 2012

El vampiro de Niteroi

A comienzos de 1990, la ciudad brasileña de Río de Janeiro sufría a diario el asesinato de niños de escasos recursos a manos de escuadrones de la muerte. Los cuerpos de los niños de las favelas aparecían en los noticieros y la brutal limpieza social era una tragedia cotidiana. 
Camuflado por ese dramático contexto social, un asesino en serie actuaba con total impunidad. Captaba a los niños en las zonas marginales de Río, y los convencía ofreciéndoles comida, golosinas o dinero. Los mataba a golpes y los violaba, dejando bandejas con comida al lado de los cadáveres. Después compraba los periódicos para ver si los cuerpos habían sido hallados. Recién en 1992, la fuga de una sus víctimas permitió apresarlo y descubrir la estela de horror que había provocado...



Documental producido por Discovery. Primer episodio de "Instinto asesino".
Para saber más: Discovery
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La ruta de El Destripador

Por Mario Stilman para Clarín (18-8-1996)

Casi al anochecer de un día extraña mente caluroso de octubre, un gru­po de no más de 20 extranjeros -entre los que se encontraba este cronis­ta- comenzaba a inquietarse. Estaban ahí las calles del elegante distrito londinense de East End. Seguimos los pasos de uno de los más grandes asesinos de la historia, en un tour que aún hoy es uno de los más exóticos y exitosos de Londres. La mini gira está programada todo el año, pero entre agosto y noviembre tiene el regusto de los mismos meses -acaso por superchería- en que se cometieron seis espantosos crímenes en la capital británica.
Por tercera vez que el grupo se detiene frente a un sitio y la grave y muy británica voz de un guía relata:
-Las visceras de Annie Chapman esta­ban esparcidas por aquí. Por ese declive, que aún se conserva, se escurría la sangre.
Jack The Ripper asesinó el 5 de setiem­bre de 1888 a la tercera prostituta en el ho­tel del viejo John, en la calle Hamburey. Poco antes, las historias de Marta Turner y de María Ann Nichols, las dos pri­meras víctimas de El Destrípador, comen­zaban a provocar un tenue escozor. 
El vie­jo guía, portador de un inefable rostro in­glés, juega con el clima y se deleita con los gestos y las palabras.
A comienzos de octubre -recuerdo- el cielo londinense se hace plomo. Un en­jambre de alondras se dirige hacia el Támesis, que brilla débilmente. De pron­to, la niebla implacable rodea a los turis­tas, en un momento bastante sensible a la influencia del terror.
Del bolsillo derecho de su capa el guía saca un papel. Asegura que es la carta original que el asesino envió a un diario lon­dinense. Lee: “Les escribe Jack, El Destripador. Yo soy el criminal que busca Scotland Yard. No pensaba reaparecer tan pronto, pero consideré necesario hacerlo para que no se culpe a ningún inocente”.

Por las calles sin piedad

El tour por el distrito donde El Destripador asesinó a seis prostitutas entre agosto y noviembre de 1888, comienza en la esta­ción de subte de Whitechapel. Allí, en el corazón del barrio hindú, los candidatos al miedo nos reunimos con el guía a las siete y media de la tarde. La gira dura dos horas y cuesta el equivalente a ocho dólares.
En los sitios donde fueron halladas las tres últimas víctimas: Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Marie Jannette Kelly los caminantes -recuerdo- no pueden sustraerse a graciosos y repetitivos ticks: ladear la cabeza, observar con el rabillo del ojo al compañero del tour, estremecerse con el leve silbido de una brisa, escapar de las sombras que los edificios precipitan más temprano. Un miedo sutil nace de pronto entre los miembros del grupo. Es una sensación contradictoria: desconfian­za y deseo de protección al mismo tiempo. Como en la época de The Ripper.
El East End es hoy una zona de altos edificios, sede de Bancos y Compañías de Seguro. Los cafetines judíos fueron rem­plazados por casi un centenar de restau­rantes hindúes. El tour recorre los seis lu­gares donde Jack despanzurró a sus vícti­mas. En el Museo del Terror, el “London Dungeon”, en Tooley 28, están condensadas las andanzas criminales de Jack. El guía cuenta la historia de cada asesinato y, en algún momento en que la tensión se condensa, el hombre no se priva de algún grito sorpresivo que inquieta hasta las sombras. Por lo demás, relata lo poco que se sabe sobre un asesino que jamás fue capturado, cuyas víctimas fueron todas prostitutas, que cometió sus crímenes an­te las narices de policías y de investigado­res. En este punto, donde estuvo el viejo distrito Whitechapel, el propio aire que viene del Támesis parece oler a muerte.
Luego de las dos horas, los turistas se llevan abundante folletería sobre The Rip­per. Y todas las versiones sobre los princi­pales sospechosos: de quien más se habló fue del duque de Clarence, hijo del Prínci­pe de Gales y nieto de la reina Victoria. También figuran Alexei Pedachenko, un agente ruso; un militante masón y hasta un médico argentino. Y muchos más.

La teoría de Sherlock Holmes
La conmoción en el Londres de la época fue tanta que hasta Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, hizo pública su teoría de que Jack cometía sus críme­nes vestido de mujer.
Entre los folletos hay algunas de las car­tas que, con gracia y desparpajo, Jack en­viaba a Charles Warren, el jefe de Scotland Yard, a quien todos pedían la cabeza, que rodó como es de suponer, sin que hu­biera que apelar al bisturí de The Ripper.
El 3 de noviembre el jefe Warren recibía esta carta: “Querido patrón: A veces oigo que la policía está por atraparme y que ya no hay nada que temer de mí. Pero no, no, no. Ni siquiera están próximos a arrestar­me. Me río cuando me cuentan esas ton­terías y cuando los detectives se jactan de estar en una buena pista. Nunca dejaré de destripar. Los desafío a que me atrapen. Encontré un trabajo que me interesa y no voy a renunciar”. En la carta anunciaba también que su próximo trabajo sería por partida doble y que, además, enviaría las orejas de una de las mujeres. Y cumplió.
Observo que Londres se hace ya noche. Las andanzas del Destripador hacen ger­minar las semillas de la superstición here­ditaria y la creencia popular en los presa­gios. El Támesis está cada vez más cerca y uno cree estar en Whitchapel, a principios de noviembre de 1888. Allí, en la margen izquierda del río uno se imagina las barra­cas de cuero de la calle Berne, tan man­chadas por la lluvia y la niebla, tan deterio­radas por el viento, tan frecuentadas por las ratas, las prostitutas, los malditos y las epidemias que, tal vez, el asombro cede si se hubiera hallado la séptima víctima de The Ripper. Todo eso ya fue, pero el enigma continúa.

Si les interesa el tour: London Walks 
London Dungeon (10-18:30)

Mapa de los crímenes
LOS CRÍMENES

Primera víctima: Marta Turner, 45 años, prostituta, con enfermedades venéreas. Fue encontrada en el corredor de un hotel de muy baja categoría. Estaba mutilada. Lugar: Whitechapel (el barrio más miserable de Londres, habitado mayoritariamente por prostitutas).
Escena: Marta y Pear, una amiga, caminan buscando clientes. Pactan con dos marineros y van a un hotel. Poco después de separarse el cadáver de María es encontrado por John Crown, cochero. La policía detiene a Roger Tabrán, ex esposo de María. También a Henry Wright, amante de María. Ambos son inocentes.
Segunda víctima: María Ann Nichols, 37 años, prostituta.
Lugar: calle Bucks Row (Whitechapel). Escena: el cadáver, mutilado, es encontrado por un carrero de nombre Michael. Detalles: el asesino utiliza un bisturí y, por las incisiones, se determina que es zurdo.
Tercera víctima: Annie Chapman, prostituta, cerca de 50 años, de baja estatura, gordura fofa. Una escoria.
Lugar: patio interior de un hotel de la calle Hamburey (Whitechapel).
Escena: Se desconoce quien la encontró. Dos horas antes de su muerte había rogado al viejo John, dueño del tugurio donde se alojaba, que le fiara una vez más. Pese a las súplicas, el viejo John se negó. Annie salió a buscar donde dormir y fue entonces cuando tropezó con el asesino. Por su aspecto deforme Annie jamás habría podido ejercer la prostitución.
Testimonio: Mary, una lavandera, dijo a Scotland Yard que a las once de la noche había visto a Annie conversando con un desconocido frente al 39 de la calle Hamburey. Describió al hombre como de buena posición, bien vestido.
Cuarta víctima: Elizabeth Stride, sueca, de 40 años, prostituta. Se casó en Londres a los 20 años con un ejecutivo bancario. El matrimonio tuvo dos hijos.En 1878 Elizabeth y sus hijos realizaron una excursión en barco por el Támesis. La nave naufragó: los niños murieron ahogados. La depresión y el alcoholismo la llevaron a ejercer la prostitución.
Lugar: frente al número 40 de la calle Berne (Whitechapel).
Escena: la encontró un grupo de rusos que, perseguidos por el zar, se había asilado en Londres. Junto al cuerpo de Elizabeth se encontró un pedazo de papel en el que se había escrito la letra N. Al asesino se lo había llamado arbitrariamente Jack. Si hubiera querido dejar una pista habría escrito una J. Junto al cuerpo se hallaron los anillos de la víctima y unos cuantos peniques. También había sido mutilada.
Quinta víctima: Catherine Eddowes, 38 años, prostituta, bonita y bien conservada, a diferencia de las anteriores.
Lugar: una pequeña plaza al final de la calle Berne (Whitechapel).
Escena: la plaza de la calle Berne estaba rodeada por barracas contenedoras de cueros, con mucha vigilancia. Nadie vió ni escuchó nada.
Sexta víctima: Marie Jannette Kelly, 26 años, prostituta.
Lugar: en el 63 de la calle Dorset.
Escena: el asesinato fue cometido entre las 9 y las 11 de la mañana. La encontró Nelly Guinnard, prostituta, de 20 años, compañera de la víctima. Marie y su amiga compartían una misma habitación fuera del distrito de Whitechapel. Es la primera vez que el asesino ataca de día. 
Testimonio: Nelly relató que habían decidido trabajar en horario diurno por la ola de asesinatos. El 9 de noviembre ambas salieron a ganarse la vida y la Kelly se dirigió al distrito de Whitechapel donde tenía todos sus clientes.