domingo, 15 de enero de 2012

Poltergeist: las energías sin control

Se creía, entre el horror y la risa, que aquella ficción era insuperable: adolescentes y niñas aparecían en las pelí­culas con el rostro desfigu­rado, mientras en la habitación -en­sombrecida- los objetos estallaban, las mamposterías eran arrancadas de las paredes por garras invisi­bles, inhumanas; todo volaba de un lado a otro rumbo al delirio. En la realidad de aquellas locuras cine­matográficas (El exorcista y sus secuelas) no tardó el “Demonio” en aparecer como un culpable sin atenuantes, ni la “casa embrujada” como responsable de los trayectos criminales de sillas y mesas que navegaban por el aire. Todo era una mezcla extraña de imaginación y hechos científicos comprobados, pero hoy algo es seguro: aquella ficción fue superada, aunque sin posesiones diabólicas ni encanta­mientos.
Los sucesos que erizaban cabe­llos y piel en los cines a millones de asustadizos gozosos, se estudian desde hace más de medio siglo y las ciencias alternativas los deno­minan PKER (psikinesis espontá­nea recurrente) o “polstergeist”, expresión de origen alemán que se traduce como “duende burlón”.
Los culpables de todo esto -está descubierto- son inocentes.
En universidades de Italia, Francia, España y Alemania, ade­más de otras numerosas de los Es­tados Unidos (Harvard e Illinois, especialmente) los casos de “poltergeist” recibieron mayor atención que otros de origen parapsicológico. No es casualidad: en 1990 y 1991 (por citar ejemplos de los úl­timos años) los científicos tuvieron para estudiar nada menos que 1.500 casos sólo en Illinois. Cifras de Francia y Alemania señalaron que en 1989 los objetos volaron en 456 mansiones y casas humildes.
Llegamos y la escena era pro­pia de todas las películas conoci­das: la niña tenía alrededor de 12 años y estaba arrodillada en la ca­ma -describe el doctor Burton Alween en un informe archivado en Harvard-; apenas entramos con mis colaboradores, una mesa voló hacia nosotros y golpeó la puerta, estalló luego un florero y los objetos que estaban sobre la mesa de luz se abalanzaron hacia nosotros. Sin embargo, ninguno nos causó heridas. La niña miraba todo esto sorprendida y parecía pedirnos ayuda..."
Así comienza el informe de Alween -46 años, uno de los investigadores más destacados de los Estados Unidos-, quien explica luego que, de repente, todo volvió a la normalidad. ¿Quién o qué había producido el pequeño desastre? Durante siglos, como tantos otros hechos inexplicables para el conocimiento de las épocas, se atribuyó a los espíritus, a muertos que regresaban con sus almas penando para reprochar a los vivos cuestiones pendientes, a los “duendes burlones” que no eran mal intencionados, pero asustaban.
“Cuando llegaron, a la habitación, los padres de la niña, a pesar de nuestras recomendaciones de permanecer alejados -continúa el doctor Alween-, la 'lluvia' de objetos aumentó: nada quedó sobre el pequeño escritorio, ni la mesa de luz, ni la biblioteca...”.
En ningún caso de poltergeist -así lo aseguran y subrayan todos los investigadores- hay intenciones de agresión ni destrucción. Una vez que abandonaban el “vuelo”, los objetos caen lentamente al piso o vuelven a su lugar: “Nadie ha sido asesinado investigando un caso de PKER -aclara Alween-; aunque el tema de un asesinato sin que el asesino se mueva ni use armas es un argumento cinematográfico muy interesante y comerciar.

CONFLICTOS INCONSCIENTES JUVENILES

La intervención de la Psicología en los casos de poltergeist es esencial. Se decía más arriba que el culpable es inocente, porque el productor de los sucesos que aterran, siempre es un adolescente o niño que ignora -completamente-qué sucede cuando todo a su alrededor comienza a dar vueltas. Los estudios determinaron que no hubo menores de 4 años que produjeran PKER ni mayores de 22. Los mecanismos fueron -y son- los mismos: la persona entra a la casa y las cosas empiezan a desplazarse, los artefactos eléctricos estallan o dejan de funcionar y otros objetos explotan o se rompen, a veces simultáneamente y otras, en una seguidilla alarmante.
Todo esto tiene raíces -muy claras a fines del siglo XX- en la acción del potencial extrasensorial sobre el mundo externo. Cada caso tendrá distinta intensidad y frecuencia. Generalmente, su, duración es breve y no excede unos pocos días, pero hubo jóvenes que no pudieron ser controlados durante varios meses. Suzzane Fainburg -médica forense y psicóloga que forma parte del equipo investigador en la Universidad de París- explica que el temible poltergeist sólo expresa que el joven o la joven están disconformes con actitudes familiares: “Hay quienes intentan llamar la atención vistiendo ropas llamativas o cortándose el pelo de un modo especial -compara Fainburg-; en estos casos se buscan otro camino, que es inconsciente. El joven no tiene intenciones de que eso ocurra ni sabe por qué sucede. Por vía inconsciente está pidiendo auxilio a sus padres y familiares, expresa que algo en las relaciones de la familia lo está perturbando. Las razones no las conoce en el plano consciente, pero lo atormentan. Al llegar a un límite se produce la acción psikinética y aparece el poltergeist”.
Al volver sobre el informe de Alween, hay coincidencias con la psicóloga: no existe voluntad de dañar. Si es cierto que hubo objetos pesados que se estrellaran -y con violencia- de una a otra pared, se quebraran espejos y vidrios despedazados se dispersaran por el aire, ¿cómo es posible que jamás se hiriera o matara a alguien?
Esto entra en el plano de los fenómenos extrasensoriales -detalla la psicóloga norteamericana-; todas estas actitudes inconscientes son claramente controladas. A través de la clarividencia, telepatía y precognición, el recorrido de los objetos que ‘vuelan’ son manejados y evitan lastimar a todos los que están alrededor. Sin embargo, cuando los ‘responsables' del problema (quienes protagonizan la situación que altera al joven o al niño) aparecen, aumenta la 'voladura' de objetos por la habitación. Nunca ha habido personas lastimadas, pero mi opinión personal es que no deben descartarse sucesos en los que podría haber heridos y hasta muertos”.
La base más convincente y científica de que los orígenes del poltergeist son, exclusivamente, psicológicos y parapsicológicos, la ofrecen los resultados: tras un tratamiento profesional, los hechos “misteriosos’' dejaron de producirse y el joven manifestó con palabras los motivos de sus conflictos.
No se dejó de asociar -hoy todavía se lo hace- al poltergeist con las “casas embrujadas” o “encantadas”. Allí, también hay movimientos de objetos sin que nadie -al menos en forma visible- actúe sobre ellos. Los aparatos eléctricos dejan de funcionar y hay cortes de luz repentinos. Tampoco se halla “algo” o “alguien” que produzca la especie de argumento novelesco. La diferencia con los PKER es que en las “casas embrujadas” -tema que merece atenderse en detalle los fenómenos aparentemente extraños pueden extenderse durante siglos, lo que descarta -totalmente-cualquier intervención de una o varias personas. La explicación simple y rápida es que habría en esos lugares (castillos, mansiones o casas comunes) una energía dejada por alguien que murió violentamente. Esta energía, después, sería la causante de los sucesos. La semejanza mínima entre el poltergeist y las casas misterioras radica apenas en fenómenos de psikinesis, que permiten el movimiento de objetos a través del poder mental.
Otro concepto que se mezcló entre la ciencia y los PKER fue el de “posesión demoníaca”, un absurdo si se mira desde las puertas del siglo XXI. "Al Diablo nosotros lo calmamos con una inyección”, bromean los psiquiatras sin que nadie -ni Iglesia ni sectas satánicas- puedan desmentirlo. A los adolescentes y niños que provocan los fenómenos psikinéticos se les atribuyó relación con los demonios. Satán, invadiendo su cuerpo indefenso, era el productor de aquello inexplicable y escalofriante: cualquier alteración en la conducta no esperaba otra definición que la de “poseído”, o “poseída”, porque parecería que el demonio prefería el cuerpo femenino: “Freud lo aclaró detalladamente -indica la doctora Fainburg-; cualquier perturbación psicológica de una niña que se transforma en mujer puede reflejarse en fenómeno poco usuales: los psikinéticos son unos; los íntomas de lo que se denominaba posesión demoníaca (marcas en el cuerpo, zonas en las que no se siente el dolor y hablar en idiomas desconocidos, por ejemplo) son otros. No hay misterios ni intervenciones diabólicas”.
Los “duendes burlones” de la psikinesis espontánea recurrente -el inquietante poltergeist- siguen deambulando en escenarios que cualquier ficción envidiaría. La Asociación de Ciencias Alternativas de Inglaterra informa acerca de un curioso porcentaje: de cada 1.000 niños o adolescentes, el 3 por ciento produce el poltergeist, números que los psicólogos y psiquiatras no desmienten. Hoy, lejos de los siglos de la ignorancia, la cuestión es más sociológica que demoníaca.

LOS CAZAFANTASMAS

A los avisos de quienes adivinan el futuro y se autodefinen capacitados para que "el amor vuelva a casa” en pocos días, se suman en los diarios de todo el mundo los de "cazafantasmas". Aunque los servicios se insinúan más seriamente, los objetivos no son otros: atrapar a seres invisibles que causan disturbios en las casas, especialmente las antiguas y de grandes dimensiones. Desde el “The New York Times” hasta el francés “Liberation” y la mayoría de los matutinos y vespertinos de América del Sur, todos publican -en las páginas de servicios útiles-avisos en los que se ofrecen “especialistas" para terminar con los sucesos extraños y armonizar el edificio.
Se sabe que en varios países (Italia es uno de ellos y otro es la Argentina) se han montado empresas destinadas, exclusivamente, a la caza de fantasmas. Quienes no alcanzan a pensar que ios casos de poltergeist tienen su comprobado origen psicológico y parapsicológico, recurren a estos promocionados servicios.
Los métodos de trabajo no difieren de los de hace cientos de años: se arroja agua bendita en sectores “clave” de la casa, se encienden sahumerios e inciensos a determinadas horas y se “cortan” tas denominadas “malas ondas” a través de determinados ejercicios mentales, según explican. Las empresas de "cazafantasmas” más sofisticadas recurren a aparatos muy sensibles que 'detectarían” presencias que la vista normal no capta. Estas, serían responsables de que los objetos salten de un lado a otro de las habitaciones.
Ya hay especialistas en todo el mundo que se dedican a “exterminar" sucesos extraños y armonizar edificios invadidos por presencias sobrenaturales.
Los resultados de estos servicios (algunos “de urgencia”, como se promocionan) no parecen muy confiables, pero sin que se enteren psicólogos, psiquiatras e investigadores parapsicólogicos, progresan notablemente.

DATA BANK
Todos los fenómenos que involucran a objetos volando dentro de una habitación, sin razón aparente, son denominados PKER (Psikinesis Espontánea Recurrente) y las ciencias alternativas los estudian desde hace más de medio siglo.
En 1990 y 1991 se reportaron 1.500 casos sólo en la ciudad de Illinois.
Los investigadores aseguran que en ningún caso de poltergeist hay intenciones de agresión o destrucción.
Una vez que abandonan el “vuelo”, los objetos caen lentamente al piso o vuelven a su lugar.
Se ha logrado determinar que este tipo de fenómenos no se produce en seres humanos menores de 4 ni mayores de 22 años.
Los especialistas aseguran que los PKER son frecuentes en jóvenes que intentan, de algún modo, captar la atención de los mayores.
La posesión diabólica no existe. La mayoría de los psiquiatras coincide en que estos estados se deben a perturbaciones psicológicas que pueden tener, o no, manifestaciones psikinéticas.


Revista Conozca más
Casos reales de Poltergeist (con fotos)




Pd. La nota tiene un par de años. No pude encontrar información alguna en internet sobre el Dr.  Alween o la Dra. Fainburg.

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