Eso sin contar a algunos bichos parásitos como las sanguijuelas, los desmodi rotundi y las lampreas.
Esta idea maestro / aprendiz (¿acaso socrática?) no aparece en el folklore: "En Transilvania pueden convertirse en vampiros los criminales, los bastardos, las brujas, los magos, los excomulgados, aquellos que han nacido con dientes u omento, y los niños que no han sido bautizados. El séptimo hijo varón de un séptimo hijo varón está destinado a convertirse en vampiro". Florescu & McNally. Muy amplio, ¿eh? Asimismo se sospechaba "de los pelirrojos, de los nacidos el día de Navidad, y todos los que hubieran nacido en circunstancias excepcionales o presentaran un aspecto algo extraño o una conducta diferente de la normal. Los afectados de labio leporino, por ejemplo, eran particularmente sospechosos. En Grecia, donde la mayoría de los habitantes tenía ojos oscuros, los individuos de ojos azules eran considerados probables vampiros". Biblioteca Time Life. Así ha funcionado siempre la discriminación.
La realidad es que la propensión es genética. Si un individuo posee latente el genoma original de la Generación Alfa (Cf. el origen de los vampiros), aunque sea en una mínima parte, puede convertirse en vampiro al llegar a un estado de trance de muerte. Esta situación límite no tiene por qué ser una agresión vampírica: puede tratarse de un accidente, una enfermedad terminal o un ataque de un ordinario ser humano.
Como toda propensión genética, no hay seguridad absoluta. Sé de casos de un padre vampiro que mató a su hijo pensando que lo volvería inmortal sólo para descubrir que no tenía más que un cadáver entre los brazos.
¿Por qué es tan bajo el porcentaje mundial de verdaderos vampiros? Más allá de la cuestión de inmunidad y lo aleatorio del asunto genético, no cualquiera puede transformarse. Ni un niño puede (aunque ahora estén de moda) ni un anciano. Tiene algo que ver con las hormonas. Tanto en la mujer como en el hombre existe una brecha que va desde la pubertad a la menopausia / andropausia que permite el cambio. No antes ni después.
Algún día contaré mi propia conversión que, a pesar de lo que he dicho, sí fue ocasionada por otro vampiro. Lucky me!
Galahad et Mahault, por Alistair Cuttlebrink
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