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La versión cinematográfica, que en castellano se llamó literalmente "Desde el infierno" (así firmaba las cartas nuestro querido Jack), fue realizada hace 10 años con Johnny Depp como el protagonista investigador. La película, para mi gusto, es buena pero le falta algo... no sé. Supongo que tendría que volver a verla.
Tienen una segunda opción para verla online subtitulada.
¿Por qué incluir a Jack el Destripador en un blog de vampiros? ¿Acaso no incurrió en el canibalismo? ¿No vivió en la Londres victoriana que luego albergaría a Drácula? Jack el Destripador tiene más de vampiro que de otra cosa.
Supongo que todos conocen ya la historia de sus crímenes así que no ahondaré en eso. Pueden consultar en la buena Wikipedia. Lo interesante para mí es la tesis de Juan Jacobo Bajarlía (un escritor argentino especialista en el Destripador) que sostenía que Jack el Destripador había muerto en la Argentina. Era febrero de 1976 y Ellery Queen's Mistery Magazine ponía a un tal Alonzo Maduro como el sospechoso número uno.
"En la nota, Bajarlia cuenta que un tal Griffith Salway, en 1952, confesó a su esposa, en su propio lecho de muerte, una historia ocurrida en su juventud. Cuando era un joven secretario en una compañía financiera de Londres, trabó contacto con Alonzo Maduro, un financista que trataba de colocar acciones de una compañía argentina en el mercado. Eran los tiempos en que Jack, el Destripador, aterraba a la opinión pública con sus sádicos asesinatos en Whitechapel, barrio en el que Salway se cruzó con Maduro en la noche de uno de los crímenes.
Salway le confesó a su mujer que, cuando Maduro planeó el regreso a Buenos Aires, lo ayudó a preparar las valijas. En esa tarea, descubrió que uno de los baúles tenía un doble fondo que ocultaba un sobretodo gris, un sombrero flexible, un delantal manchado de sangre y bisturíes. Maduro partió hacia Buenos Aires y Salway se quedó con la impresión de que Jack, el Destripador partía de Londres en ese acto.
Las posteriores investigaciones de Bajarlia dan con las pistas de un extraño vecino porteño, un tal Alfonso Maroni que se paseaba con el sobretodo gris y el delantal descripto por Galway, entre los árboles de Paseo de Julio, la actual calle Leandro N. Alem. Bajarlia asegura que este individuo falleció en octubre de 1929, a los 75 años, en una casa frente a la actual Plaza Roma.
Otro sospechoso de calzarse los zapatos de Jack, el Destripador, es el húngaro Alois Szemeredy, médico militar, quien arriba en 1874 a la Argentina. La noche del 25 de julio de 1876, se produjo un asesinato en un prostíbulo de la calle Corrientes y Reconquista que lo tiene como protagonista. Un tal, Bapiste Castagnet, a los gritos por la calle, denuncia a la policía el crimen de su amiga Karoline Metz, a quien encontró en su cama, muerta, con una herida de oreja a oreja, modus operandi de Jack, el Destripador. Poco antes, había entrado al cuarto con Szemeredy a quien conoció en el barco que la trajo a Buenos Aires.
Un saco gris, un cuchillo, un sombrero de fieltro negro y un reloj con el nombre de Szemeredy fueron encontrados en la escena del crimen. El húngaro escapó de la búsqueda policial, emigró a Brasil, donde fue detenido y devuelto a la justicia argentina; en 1881 fue absuelto de todos los cargos, con excepción del robo del reloj.
Su vida es un peregrinar de ciudad en ciudad; retornado a Europa, fue internado en un asilo mental del que sale para estar al cuidado de su familia. Pero su final se da en Viena, en 1892 y en prisión, suicidándose mientras espera el juicio por asesinato y robo. Varios testigos lo habían reconocido por su mostacho.
No hay dudas que Szemeredy fue un asesino; sin embargo, no hay pruebas de que, en 1888, en los días de terror de Jack, el Destripador, estuviera en Londres.
Una especulación enlaza a este húngaro con el financista señalado por Salway: Eduardo Zinna propone la tesis de que son la misma persona. Su argumento: ambos nombres suenan igual en los labios de un inglés con un pobre dominio del castellano.
Como prueba, escribe las pronunciaciones de los dos personajes:
A-LON-soh-mah-DOO-roOtros estudiosos del tema, niegan esta posibilidad. La descripción física que llegan de ellos, divergen. Alonzo Maduro y Alois Szemeredy fueron, seguramente, dos personas distintas. Y no puede probarse que ninguno de ellos haya sido el mítico Jack, el Destripador.
A-LOI-seh-meh-REH-dee
Pero la conexión argentina de Jack, el Destripador no se agota aquí. Hay una posibilidad más: el sacerdote irlandés Alfred Mac Conastair cuenta al investigador argentino Juan José Delaney que, un sacerdote de su congregación, cuando era un joven capellán del Hospital Británico, asegura haber recibido la confesión de un moribundo que declaró ser Jack, el Destripador. El motivo del crimen: castigar a las prostitutas que habían contagiado de sífilis a su hijo. El hombre murió de cáncer y fue enterrado, días después de esa confesión, en el Cementerio del Oeste, la actual Chacarita.
Tal vez, debajo de una lápida ignota de la Chacarita, se encuentren los restos del más vil asesino que conoció la historia del crimen." Fuente
Esta historia trae reminiscencias de otra similar, contada por el periodista del Buenos Aires Herald, Leonard Matters, incluida en su libro El misterio de Jack el Destripador, editado en 1929. Matters cuenta que un ex discípulo de un tal Dr. Stanley, fue convocado de urgencia al hospital, a la cama 58, donde se encontraba éste gravemente enfermo. El médico llegó a tiempo para que el Dr. Stanley confesara que él era Jack el Destripador. Matters alude a otra fuente, Mr. North quien aseguró que cierto médico, cuya esposa e hijo habían muerto, era el asesino de Whitechapel.
Para Matters, Stanley era un prestigioso cirujano en Londres. Su hijo, un tal Herbert o Bertie, contrajo sífilis tras mantener relaciones con Mary Kelly, enfermedad de la que murió. El Dr. Stanley asesinó a Mary Kelly y sus amigas, para luego recluirse en Buenos Aires, alrededor de 1908.
Otra fuente revela una carta en que A. L. Lee le contó a Colin Wilson que su padre trabajaba en la morgue londinense y que su jefe, el Dr. Cedric Saunders tenía un amigo muy peculiar, un tal Dr. Stanley que lo visitaba todas las semanas. Un día, Stanley le confesó a Saunders que“Las prostitutas se han apoderado de mi hijo.
¡Me desquitaré!”.
Queda por esperar que las autoridades del Hospital Británico abran sus archivos para saber si un tal Stanley estuvo internado en los primeros años del siglo pasado y si hubo un jefe de cirugía con el nombre José Ritche, que supuestamente firmó la carta llamando al médico que visitó a Stanley.
Los archivos de Scotland Yard fueron consultados, y aunque la hipótesis de Matters no es muy tenida en cuenta, aún existe la posibilidad....
Para más datos, pueden leer un artículo en inglés sobre el tema.
Sakurashinraceo
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