Satanismo

Written by John Doe on lunes, 16 de enero de 2012 at 11:08 a.m.

Después de miles de años se sigue hablan­do de “pactos con el Diablo” La ceremo­nia era una de las más comunes durante el siglo XIV Satanás, según se suponía, fir­maba una especie de “contrato” con sus adoradores y les transfe­ría sus párrafos, dice: Se deben reali­zar en la noche del lunes al martes o del viernes al sábado en un lugar maldito: un cementerio, ruinas de conventos o igle­sias, o algún lugar donde se hu­biere cometido un crimen -o varíos- con un cuchillo. Hay que usar un sayo negro, sin costuras ni mangas y llevar sobre la cabe­za los signos de la Luna, Venus y Saturno en una medalla de plomo. El evocador debe prepa­rarse quince días antes, durante los que sólo debe hacer una co­mida diaria después de la caída del Sol, compuesta de pan negro y sangre de cabrito mezclada con especias. Si se puede conse­guir sangre humana, mucho me­jor Cada cinco días deberá emborracharse con una infusión de vino y amapolas negras tritura­das durante cinco horas
El evocador debía luego inju­riar y profanar los símbolos más sagrados del culto al que perte­necía. Se sacrificaba un macho cabrío con un cuchillo de hierro y se trazaba en el suelo un círcu­lo sin cerrar, y dentro de él un triángulo con la sangre del ani­mal sacrificado. En el ángulo superior, un brasero, y en la base se ubicaba el evocador y dos ayudantes. Fuera del círculo, de un lado estaba la cabeza del macho cabrío y se colocaban a los costados del brasero y en la entrada del círculo un murciélago muerto. Se encendía el brasero, dos velas negras, y sobre el fuego se arrojaba alcanfor, incienso y albarniz. Los ayudantes indicaban al evocador una “fórmula mágica” que repetía. Días después, cuando aparecía una mancha en la piel, significaba que el pacto había tenido éxito. La ligazón con la legión infernal existía hasta después de la muerte.
El avance de los cultos demoníacos sigue creciendo en el mundo más rápido de lo que avanzan la ciencia y la tecnología. En los Estados Unidos, donde hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados sin contar los practicantes individuales, el 66 por ciento de los consultados señaló que creía en el Diablo. También el 66 por ciento dijo que “sí” en Irlanda del Norte, el 57 por ciento en Irlanda, el 33 por ciento en España y el 30 por ciento en Italia y Gran Bretaña. La multiplicación de ritos satánicos en Gran Bretaña, Francia, España y los Estados Unidos preocupa a las autoridades, porque esas prácticas dejan habitualmente un saldo de muertos. Las víctimas, generalmente, perdieron la vida luego de responder “llamados de ultratumbar” o “no relacionados con el mundo habitual que los rodea”.
La ex diputada española Pilar Salarrullana señala en un libro que más de 40 grupos actúan en su país. Explica que en España hay mujeres que se creen hijas, nietas o hermanas del mismísimo diablo. Relata la ex funcionaría que fue invitada a una misa negra:“Me negué porque la ex periencia que tuvieron periodistas fue imborrable y horrorosa. Suelen sacrificar animales y a veces hasta niños pequeños”.

ZONAS EN ROJO
El Diablo y los demonios dejaron de ser una metáfora para explicar la existencia del “Mal”, y la realidad parece avanzar en terrenos concretos. El teóligo norteamericano Peter Wagner aseguró que “fuerzas satánicas controlan áreas perfectamente delimitadas” Entre las inquietantes historias que relata están las siguientes:
En abril de 1985 escuché a un pastor navajo llamado Hermán Williams, que vivía en una reservación. Se enfermó y marchó con su esposa al hospital. Debía cruzar la frontera. De un segundo a otro se sintió perfectamente: sus problemas habían desaparecido. Canceló su cita con el doctor, realizó algunas compras y volvió manejando su camión. Al llegar a la frontera y entrar a la reservación, la enfermedad volvió con toda su intensidad”.
Otro de sus relatos dice: “En una ciudad limítrofe entre Uruguay y Brasil, la frontera corre por el medio de una calle. En el lado uruguayo, la gente mostraba resistencia hacia un misionero cuando se acercaba a hablarles. El hombre observó que una mujer que lo rechazó cruzó a la parte brasileña. El se acercó y ella se comportó de modo muy diferente: sonrió y le agradeció sus palabras. Muchos otros siguieron la misma conducta ”.
En la década del 80 comenzaron a advertirse en la Argentina los avances satánicos: se practican por año miles de exorcismos y las crónicas policiales se refieren con frecuencia a muertes asociadas a “pactos con el diablo”. En los crímenes aparentemente pasionales o por robos suelen aparecer -sospechosamente- gallinas sin cabezas y estrellas de cinco puntas.
A mediados de la década pasada, pequeños grupos comenzaron a celebrar la “Noche de Brujas”, y otros no tan pequeños atacan al grito de “Satán vive”. Las inscripciones también proliferaron, por ejemplo, en los vehículos de transporte: el “666” (número de significado diabólico), junto a dibujos de tridentes y cuernos. Robos en las iglesias y los cementerios pueden obedecer, también a la provisión de elementos para adorar al diablo.
Los adoradores de Satán se reunían desde los tiempos más remotos en el Sabbath. El final era de muerte y destrucción y nadie disfrutaba la reunión: comidas repugnantes, uniones sexuales dolorosas, canciones y músicas desafinadas. Las regiones donde se realizaba el Sabbath estaban alejadas de los centros urbanos y casi siempre atravesaban un curso de agua, cerca de ruinas antiguas o templos paganos. Hasta hoy, muchos creen que las brujas viajaban hasta esos lugares montadas en escobas.
Los escritos de hace siglos no son tan simplistas: se trasladaban a pie si era un lugar cercano. De lo contrario -decían- se untaban primero con ungüentos mágicos, montaban en un bastón blanco y, con viento a favor, recorrían por el aire larguísimas distancias en tiempo récord. Alguna, más terrenal, elegía un carnero negro para su travesía.
El Sabbath no distinguía clases sociales. Había damas de la sociedad, señores millonarios y simples asalariados. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, una gran cola, dedos corvos y uñas largas. La bruja rendía su homenaje apenas llegaba besándolo en todo el cuerpo, lo que daba comienzo a la ceremonia.
Con una flauta se iniciaba una danza. Con el rostro cubierto por una máscara, las brujas bailaban en círculo. A los pocos minutos un gran desorden sexual unía a todos los concurrentes. En su libro Las brujas, Giuseppe Faggin escribió: “Las mujeres, nueve meses después del convertículo, se reunían en el mismo lugar para matar los frutos de sus incestuosos ayuntamientos: les extraían la sangre y quemaban sus cuerpos. Con las cenizas mezcladas a la sangre preparaban un veneno
La comida no podía faltar en el Sabbath, pero se excluían los alimentos gratos a Dios, como el pan y la sal. Abundaba la manteca, la carne de caballo y el queso. A la ingestión de los alimentos precedían palabras blasfemas que lanzaban las brujas. Toda la comida era matizada con canciones obscenas, acompañadas por un grupo de diablos que batían fémures y tibias contra calaveras.
La rendición de cuentas de los delitos cometidos desde el último Sabbath era el paso siguiente. Cada uno debía describir las perversiones cometidas y prometer otras más graves. El que hiciera pocas recibía un número de azotes no inferior a cincuenta.
El momento culminante era la misa negra, una parodia y la profanación del misterio cristiano. Vestido de negro, alguien vertía agua en un cáliz y todos gritaban: Señor nuestro, ayúdanos... El diablo cavaba un pozo pequeño y orinaba: era el agua bendita para rociar a los fíeles. Se quemaba luego la figura de Satanás y con las cenizas las brujas preparaban otros perniciosos venenos.
Una manifestación de poder cerraba definitivamente el Sabbath: las brujas cavaban hoyos en la tierra y volcaban un poco de agua, colocaban un dedo y pronunciaban fórmulas en idiomas desconocidos para desencadenar las más terribles desgracias.

LAS ELEGIDAS: JOVENES Y BELLAS
El machismo en los tiempos de Luis XIII tenía consecuencias graves. Cualquier marca en el cuerpo de una mujer podría ser un signo del dominio de Satanás. Como el instinto sexual era considerado una necesidad miserable, porque se encontraba allí la tentación de Satanás -que alejaba las almas del bien y la verdad- y la mujer era el medio natural, el destino femenino era trágico.
Una mirada penetrante no era motivo de elogios, porque los ojos podían acarrear daños a distancia, y si la mujer era muy bella era capaz de provocar una enfermedad grave con el simple contacto de la mano, matar a una persona o provocar el aborto de una embarazada con el aliento.
Entre las visiones no muy feministas de la época, se aseguraba que los espíritus angelicales sólo aparecían con forma humana y masculina: El aspecto femenino es impuro tentador, es indigno del ángel, aseguraban. El Demonio, entonces, elegía los cuerpos más ondulantes y exuberantes de jóvenes y señoras. Una lucha abierta entre lo divino y lo diabólico enfrentó al hombre y la mujer, sinónimo de perdición.
Cuando la acusación de demonio era un instrumento eficaz de venganza, la juventud y la belleza eran signos nefastos. El largo del cabello atraía el deseo amoroso de los demonios y ejercía sobre Satán una irresistible fascinación. Un mechón de cabellos era la prenda del pacto con el Diablo.
Así como Cristo imprimía los estigmas de su pasión en el cuerpo de los santos, Satanás sellaba con su signo los cuerpos de las mujeres. Era el denominado signum diabolici. Aparecía bajo las axilas, sobre los hombros, bajo los párpados o en los genitales. Una pequeña mancha de nacimiento era altamente comprometedora.
El punto diabólico tenía también -en aquella ignorancia - su insensibilidad. Si no había manchas, ni marcas, ni cicatrices, se rasuraba el cuerpo de la acusada y se lo pinchaba con un alfiler. Cuando el dolor quitaba las fuerzas y la mujer gritaba con menor intensidad, ese era el punto diabólico, la marca de Satanás.
El diagnóstico de endemoniado recurría además a distintas disciplinas. La palabra definitiva la daba el exorcista, que hace unos 5 siglos se mantenía muy ocupado, porque signos evidentes de enfermedades mentales se atribuían a la posesión de Satanás. Tenía conocimientos decisivos y utilizaba el agua santa, el pan bendito, la hostia sagrada y las reliquias de los santos, además de algunas plegarias litúrgicas, como el recitado del prólogo de San Juan.
El exorcista prestaba especial atención a los olores. Las brujas -emisarias de Satanás-emanaban hedores insoportables, los santos, en cambio, dejaban una estela de perfume. Por eso, en torno de la persona elegida por Satán, el aire apestaba.
Decían las tradiciones populares que Satanás conoce perfectamente los orígenes ocultos de las hierbas, plantas y minerales. Las brujas reciben de él -directamente y sin intermediarios- los polvos y ungüentos. Por eso, manipulaban el beleño, el acónito, la belladona, la mandrágora, el cáñamo indio, el estramonio. Casualmente, todos tienen grandes propiedades curativas.
El idioma extraño que por momentos hablaba el poseído, se conoce hoy como el fenómeno de la xenoglosía; también manifestaba fuerzas superiores a las normales, y aunque se decía que era el avance del mal qu se volvía incontenible, se trataba de lo que la Psicología define actualmente como furor maníaco. quien lo sufre, difícilmente pueda ser controlado por varias personas.
En esferas judiciales y eclesiásticas todo se reducía de inmediato a un plano demoníaco y muchos que debieron ser internados en un manicomio o un asilo fueron catalogados como bestias diabólicas e inmundas.
Algunas estadísticas actuales de adoradores de Satán podrían indicar que, en este plano, el tiempo sí ha pasado en vano.

EXORCISTAS POPULARES
Una encuesta de la empresa Gallup indicó el florecimiento de la creencia en el diablo: Irlanda del Norte, 66 por ciento; Estados Unidos, 66 por ciento; República de Irlanda, 57 por ciento; España, 33 por ciento; Italia, 30 por ciento; Gran Bretaña, 30 por ciento; Noruega, 28 por ciento; Holanda, 20 por ciento; Alemania, 18 por ciento; Francia, 17 por ciento; Dinamarca, 12 por ciento.
En todos estos países han florecido los “exorcistas”, quienes por precios accesibles afirman extraer a Satanás del cuerpo de los poseídos. Si esta actividad fue durante cientos de años muy aconsejada cuando alguien mostraba trastornos en su conducta, en 1972 la Santa Sede suprimió esa orden y la Iglesia Católica prohibió administrar estas prácticas, salvo que el obispo de la diócesis obtenga una licencia.

BARATIJAS MUGROSAS
En los últimos años, las denominadas “baratijas diabólicas” están invadiendo muchos países de América latina. Proceden de los Estados Unidos y se conocen allí como “Garbaje pail kids”. Una traducción podría ser “los niños del tacho de basura” Las baratijas presentan imágenes obscenas y en ocasiones vienen acompañadas de una goma de mascar que contiene ácido lisérgico (LSD), una droga de alto poder adictivo prohibida en todo el mundo.
El avance de estos elementos demoníacos comenzó en la década del 80 en los Estados Unidos, y el doctor Joseph Collins -titular de la cátedra de Psicología en la Universidad de Arizona- investigó a fondo el tema. “Muchas patotas desparraman esas baratijas luego de cometer atracos y violaciones y gritar ‘Satán vive’. La policía creyó al principio que se trataba de figuras obscenas que eran sólo una muestra de rebeldía, pero desgraciadamente hoy sabemos que son parte de un modo de accionar de las sectas satánicas y traficantes”
Uno de los países invadidos por estas “baratijas” es Venezuela. Tenían venta libre entre los vendedores ambulantes y comercios de cigarrillos y golosinas hasta que se descubrió el LSD. En la Argentina se han encontrado algunas de estas baratijas diabólicas, pero ni siquiera se intentó lanzarlas a la venta.

EL DIABLO EN EL CINE
La posibilidad demoníaca de encarnarse en seres de carne y hueso y de esa manera actuar en el mundo de los vivos, es la cara del satanismo que más ha seducido a los guionistas de cine. En cientos de películas se especula con la llegada del anticristo, que no es otra cosa que el mal corporizado en un recién nacido. Este será fácilmente reconocido por llevar en su cuerpo las marcas del demonio, y su arribo estará anunciado en antiquísimas escrituras. Dentro de este esquema, la más famosa es La Profecía. En ella, el enviado el mal nacía con el 666 -el número de Satán- marcado en su cuerpo. Antes de esta película, El Bebé de Rosemary mostraba el drama de la mujer embarazada por el mismo Satán. El otro gran tema es el de la posesión demoníaca: El Exorcista se ha convertido en el clásico referente del cine diabólico. Un género que lamentablemente a veces sale de la pantalla y se transforma en realidad sangrienta: en 1970 y por mandato del Diablo, Charles Manson y unos cuantos fanáticos llevaron a cabo una matanza ritual que acabó, entre otras, con la vida de la actriz Sharon Tate.

DATA BANK
Durante el siglo XIV, los pactos con el Diablo eran ceremonias comunes.
Hoy todavía se siguen practicando.
 Hacia el año 1500 los inquisidores publicaron un libro titulado El martillo de las brujas donde se explicaba el complicado proceso de aquellas ceremonias.
Se realizaban en cementerios, ruinas de iglesias o algún lugar donde se hubiera cometido un crimen. Después de injuriar y profanar símbolos, entre otras actividades, el evocador profería una fórmula mágica. Si aparecía días después una mancha en la piel, el pacto había tenido éxito y existiría hasta la muerte.
Los cultos satánicos siguen aumentando en la actualidad. En Estados Unidos hay más de 5.000 grupos de satanistas organizados. El 66% de los encuestados en ese país afirmó creer en el Diablo.
La multiplicación de ritos satánicos en España, Italia, Gran Bretaña y Francia preocupa a las autoridades. Las prácticas dejan un elevado saldo de muertos.
Desde tiempos remotos, los adoradores de Satán se reunían en el Sabbath sin distinción de clases sociales. Satanás ocupaba el centro del lugar con dos cuernos en la frente, cola y uñas largas.
El momento culminante del Sabbath era la misa negra.


     
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4 Responses to "Satanismo"

July
16 de enero de 2012, 6:45 p.m. #  

Que loco que la Iglesia sea el rrpp de Satán! Ellos lo inventaron y lo mantienen vigente, para justificar su existencia.
Obviamente que a cualquiera que escape de su control y poder, hay que catalogarlo de satanista, como una mujer va a elejir su libertad sexual, a conocer la química de la naturaleza y a seguir con vida!!!
Malditas brujas!! a la hoguera con ellas!!!

Comment by John Doe
17 de enero de 2012, 7:33 a.m. #  

Es un estereotipo que lamentablemente sigue vigente.

Anónimo
30 de diciembre de 2013, 3:57 p.m. #  

A mi me calma mucho la mente el reiki, la oración, la meditación, el rezo del Rosario. Cuando se es constante en tener la mente en calma, todas estas reacciones de odio, de violencia hacia la religión cristiana no te afectan tanto.
Es su problema, si hay personas que deciden meterse por el camino oscuro, pienso que no serán muy felices.

Comment by John Doe
9 de marzo de 2014, 8:52 a.m. #  

Seguramente. Jugar con ciertas cosas es peligroso.

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John Doe

Blogger. Ex estudiante de antropología de la Universidad de Buenos Aires. Mis "héroes" son James Frazer,Mircea Eliade, Joseph Campbell y Vladimir Propp.

 
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