La ruta de El Destripador

Written by John Doe on sábado, 14 de enero de 2012 at 12:56 p.m.

Por Mario Stilman para Clarín (18-8-1996)

Casi al anochecer de un día extraña mente caluroso de octubre, un gru­po de no más de 20 extranjeros -entre los que se encontraba este cronis­ta- comenzaba a inquietarse. Estaban ahí las calles del elegante distrito londinense de East End. Seguimos los pasos de uno de los más grandes asesinos de la historia, en un tour que aún hoy es uno de los más exóticos y exitosos de Londres. La mini gira está programada todo el año, pero entre agosto y noviembre tiene el regusto de los mismos meses -acaso por superchería- en que se cometieron seis espantosos crímenes en la capital británica.
Por tercera vez que el grupo se detiene frente a un sitio y la grave y muy británica voz de un guía relata:
-Las visceras de Annie Chapman esta­ban esparcidas por aquí. Por ese declive, que aún se conserva, se escurría la sangre.
Jack The Ripper asesinó el 5 de setiem­bre de 1888 a la tercera prostituta en el ho­tel del viejo John, en la calle Hamburey. Poco antes, las historias de Marta Turner y de María Ann Nichols, las dos pri­meras víctimas de El Destrípador, comen­zaban a provocar un tenue escozor. 
El vie­jo guía, portador de un inefable rostro in­glés, juega con el clima y se deleita con los gestos y las palabras.
A comienzos de octubre -recuerdo- el cielo londinense se hace plomo. Un en­jambre de alondras se dirige hacia el Támesis, que brilla débilmente. De pron­to, la niebla implacable rodea a los turis­tas, en un momento bastante sensible a la influencia del terror.
Del bolsillo derecho de su capa el guía saca un papel. Asegura que es la carta original que el asesino envió a un diario lon­dinense. Lee: “Les escribe Jack, El Destripador. Yo soy el criminal que busca Scotland Yard. No pensaba reaparecer tan pronto, pero consideré necesario hacerlo para que no se culpe a ningún inocente”.

Por las calles sin piedad

El tour por el distrito donde El Destripador asesinó a seis prostitutas entre agosto y noviembre de 1888, comienza en la esta­ción de subte de Whitechapel. Allí, en el corazón del barrio hindú, los candidatos al miedo nos reunimos con el guía a las siete y media de la tarde. La gira dura dos horas y cuesta el equivalente a ocho dólares.
En los sitios donde fueron halladas las tres últimas víctimas: Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Marie Jannette Kelly los caminantes -recuerdo- no pueden sustraerse a graciosos y repetitivos ticks: ladear la cabeza, observar con el rabillo del ojo al compañero del tour, estremecerse con el leve silbido de una brisa, escapar de las sombras que los edificios precipitan más temprano. Un miedo sutil nace de pronto entre los miembros del grupo. Es una sensación contradictoria: desconfian­za y deseo de protección al mismo tiempo. Como en la época de The Ripper.
El East End es hoy una zona de altos edificios, sede de Bancos y Compañías de Seguro. Los cafetines judíos fueron rem­plazados por casi un centenar de restau­rantes hindúes. El tour recorre los seis lu­gares donde Jack despanzurró a sus vícti­mas. En el Museo del Terror, el “London Dungeon”, en Tooley 28, están condensadas las andanzas criminales de Jack. El guía cuenta la historia de cada asesinato y, en algún momento en que la tensión se condensa, el hombre no se priva de algún grito sorpresivo que inquieta hasta las sombras. Por lo demás, relata lo poco que se sabe sobre un asesino que jamás fue capturado, cuyas víctimas fueron todas prostitutas, que cometió sus crímenes an­te las narices de policías y de investigado­res. En este punto, donde estuvo el viejo distrito Whitechapel, el propio aire que viene del Támesis parece oler a muerte.
Luego de las dos horas, los turistas se llevan abundante folletería sobre The Rip­per. Y todas las versiones sobre los princi­pales sospechosos: de quien más se habló fue del duque de Clarence, hijo del Prínci­pe de Gales y nieto de la reina Victoria. También figuran Alexei Pedachenko, un agente ruso; un militante masón y hasta un médico argentino. Y muchos más.

La teoría de Sherlock Holmes
La conmoción en el Londres de la época fue tanta que hasta Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, hizo pública su teoría de que Jack cometía sus críme­nes vestido de mujer.
Entre los folletos hay algunas de las car­tas que, con gracia y desparpajo, Jack en­viaba a Charles Warren, el jefe de Scotland Yard, a quien todos pedían la cabeza, que rodó como es de suponer, sin que hu­biera que apelar al bisturí de The Ripper.
El 3 de noviembre el jefe Warren recibía esta carta: “Querido patrón: A veces oigo que la policía está por atraparme y que ya no hay nada que temer de mí. Pero no, no, no. Ni siquiera están próximos a arrestar­me. Me río cuando me cuentan esas ton­terías y cuando los detectives se jactan de estar en una buena pista. Nunca dejaré de destripar. Los desafío a que me atrapen. Encontré un trabajo que me interesa y no voy a renunciar”. En la carta anunciaba también que su próximo trabajo sería por partida doble y que, además, enviaría las orejas de una de las mujeres. Y cumplió.
Observo que Londres se hace ya noche. Las andanzas del Destripador hacen ger­minar las semillas de la superstición here­ditaria y la creencia popular en los presa­gios. El Támesis está cada vez más cerca y uno cree estar en Whitchapel, a principios de noviembre de 1888. Allí, en la margen izquierda del río uno se imagina las barra­cas de cuero de la calle Berne, tan man­chadas por la lluvia y la niebla, tan deterio­radas por el viento, tan frecuentadas por las ratas, las prostitutas, los malditos y las epidemias que, tal vez, el asombro cede si se hubiera hallado la séptima víctima de The Ripper. Todo eso ya fue, pero el enigma continúa.

Si les interesa el tour: London Walks 
London Dungeon (10-18:30)

Mapa de los crímenes
LOS CRÍMENES

Primera víctima: Marta Turner, 45 años, prostituta, con enfermedades venéreas. Fue encontrada en el corredor de un hotel de muy baja categoría. Estaba mutilada. Lugar: Whitechapel (el barrio más miserable de Londres, habitado mayoritariamente por prostitutas).
Escena: Marta y Pear, una amiga, caminan buscando clientes. Pactan con dos marineros y van a un hotel. Poco después de separarse el cadáver de María es encontrado por John Crown, cochero. La policía detiene a Roger Tabrán, ex esposo de María. También a Henry Wright, amante de María. Ambos son inocentes.
Segunda víctima: María Ann Nichols, 37 años, prostituta.
Lugar: calle Bucks Row (Whitechapel). Escena: el cadáver, mutilado, es encontrado por un carrero de nombre Michael. Detalles: el asesino utiliza un bisturí y, por las incisiones, se determina que es zurdo.
Tercera víctima: Annie Chapman, prostituta, cerca de 50 años, de baja estatura, gordura fofa. Una escoria.
Lugar: patio interior de un hotel de la calle Hamburey (Whitechapel).
Escena: Se desconoce quien la encontró. Dos horas antes de su muerte había rogado al viejo John, dueño del tugurio donde se alojaba, que le fiara una vez más. Pese a las súplicas, el viejo John se negó. Annie salió a buscar donde dormir y fue entonces cuando tropezó con el asesino. Por su aspecto deforme Annie jamás habría podido ejercer la prostitución.
Testimonio: Mary, una lavandera, dijo a Scotland Yard que a las once de la noche había visto a Annie conversando con un desconocido frente al 39 de la calle Hamburey. Describió al hombre como de buena posición, bien vestido.
Cuarta víctima: Elizabeth Stride, sueca, de 40 años, prostituta. Se casó en Londres a los 20 años con un ejecutivo bancario. El matrimonio tuvo dos hijos.En 1878 Elizabeth y sus hijos realizaron una excursión en barco por el Támesis. La nave naufragó: los niños murieron ahogados. La depresión y el alcoholismo la llevaron a ejercer la prostitución.
Lugar: frente al número 40 de la calle Berne (Whitechapel).
Escena: la encontró un grupo de rusos que, perseguidos por el zar, se había asilado en Londres. Junto al cuerpo de Elizabeth se encontró un pedazo de papel en el que se había escrito la letra N. Al asesino se lo había llamado arbitrariamente Jack. Si hubiera querido dejar una pista habría escrito una J. Junto al cuerpo se hallaron los anillos de la víctima y unos cuantos peniques. También había sido mutilada.
Quinta víctima: Catherine Eddowes, 38 años, prostituta, bonita y bien conservada, a diferencia de las anteriores.
Lugar: una pequeña plaza al final de la calle Berne (Whitechapel).
Escena: la plaza de la calle Berne estaba rodeada por barracas contenedoras de cueros, con mucha vigilancia. Nadie vió ni escuchó nada.
Sexta víctima: Marie Jannette Kelly, 26 años, prostituta.
Lugar: en el 63 de la calle Dorset.
Escena: el asesinato fue cometido entre las 9 y las 11 de la mañana. La encontró Nelly Guinnard, prostituta, de 20 años, compañera de la víctima. Marie y su amiga compartían una misma habitación fuera del distrito de Whitechapel. Es la primera vez que el asesino ataca de día. 
Testimonio: Nelly relató que habían decidido trabajar en horario diurno por la ola de asesinatos. El 9 de noviembre ambas salieron a ganarse la vida y la Kelly se dirigió al distrito de Whitechapel donde tenía todos sus clientes.

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John Doe

Blogger. Ex estudiante de antropología de la Universidad de Buenos Aires. Mis "héroes" son James Frazer,Mircea Eliade, Joseph Campbell y Vladimir Propp.

 
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