Monster Mash

Written by John Doe on lunes, 26 de julio de 2010 at 8:09 p.m.

I was working in the lab late one night
When my eyes beheld an eerie sight
For my monster from the slab began to rise
And suddenly to my surprise

(He did the mash) They did the monster mash
(The monster mash) It was a graveyard smash
(They did the mash) It caught on in a flash
(They did the mash) They did the monster mash

The zombies were having fun
The party had just begun
The guests included Wolfman
Dracula and his son

The scene was rocking and all were digging the sounds
Igor on chains backed by his baying hounds
The Coffin Bangers were about to arrive
With their vocal group The Cryptkickers Five

(They played the mash) They did my monster mash
(The monster mash) Arrgh, it was a graveyard smash
(They played the mash) It caught on in a flash
(They played the mash) They did the monster mash

Out from his coffin Drac's voice did ring
Seems he was troubled by just one thing
He opened the lid and he shook his fist and said
Whatever happened to my Transylvania Twist?

(It's now the mash) It's now the monster mash
(The monster mash) Arrgh, it's a graveyard smash
(It's now the mash) Mmm, you'll catch on in a flash
(It's now the mash) They did my monster mash

Now everything's cool, Drac's part of the band
And my monster mash is the hit of the land
For you, the living, the mash was meant too
When you get to my door tell them Boris sent you

(Then you can mash) To do the monster mash
(The monster mash) Arrgh, it's a graveyard smash
(Then you can mash) Ah, you'll catch on in a flash
(Then you can mash) Arrgh, do my monster mash
Arrgh, that's, arrgh, good, easy you all
Impetuous young boy.






Parodias a Twilight

Written by John Doe on domingo, 25 de julio de 2010 at 5:39 p.m.

Sé que es caer en el facilismo, pero no puedo evitarlo. La saga lleva a esto.

Edward me ama!!! Edward me salvará!!!
Tendremos que aumentar la dosis de nuevo.
(Twilight Hospital Psiquiátrico)
Makani
La elección de una chica suicida entre la necrofilia
y la bestialidad
¡Al diablo! Voy a estudiar economía.
Secondline

Ed Cullen vs Bill Compton
Archie The Red Cat


¿Cómo te convertiste en vampiro?
Es una larga historia, Bella
Belial Mad Hatter
Qué clase de vampiro brilla???
Nunca vi algo tan vergonzoso en toda mi vida!
y gay!
Mi nombre es Bella (...) Hola, soy Edward y soy un
vampiro (...) ¿Padre? Quemé el libro pero creo
que no funcionó. Puedo sentirlo, observándome...
¿Podría venir y exorcizar la cosa? Por favor!

¡Oh mi Dios! Eres un vampiro! ¡Eso es tan hooot!
¿Tú no tienes miedo de mí?
No. Yo solía pensar que los vampiros daban miedo, pero luego leí Crepúsculo y ahora pienso que son tan sexies!
¿De verdad?
Hey, Sé que cuando estás al acecho tenés pinta como si fueras a atacarme....
Querida Miss Meyer:
¡Gracias por los snacks!



Devs against Twilight


(Me pregunto cuántas chicas de menos de 15 años habrán sido víctimas de vampiros poco escrupulosos)

Living Dead Rabbit
                                                                                                                                                             

Mordiscos malignos

Written by John Doe on martes, 20 de julio de 2010 at 11:24 a.m.

La hora del vampiro biempensante

Reflejo de la época y metáfora de los riesgos de la sexualidad adolescente de hoy, el ciclo Crepúsculo arrasó con los rankings de venta de todo el mundo y se transformó en un fenómeno de difícil comprensión. Qué hay detrás de esta serie que siguen millones de chicos. Claves para entender una vuelta de tuerca en la imagen vampírica
Por Ángel Faretta
Cíclicamente reaparecen libros y films que retoman el mito del vampiro. La reciente publicación de la, por ahora, tetralogía debida a Stephenie Meyer, cuyo primer tomo - Crepúsculo - fue adaptado al cine, se ha convertido en un fenómeno comercial y de aceptación masiva, sobre todo, entre los adolescentes. El éxito de venta de ejemplares y de entradas así como la obsesión de los jóvenes por el tema invita a repasar, historiar y analizar su origen tanto en la literatura como en el cine.
Finalizado el siglo XX y entrados ya en el XXI, la relación polémica entre lo sacro y lo profano viene tomando tintes diversos, o en todo caso se resuelve mediante atajos para nada escrutados. Se intenta disimular o disolver la existencia de todo lo negativo, del mal y la muerte, entre otras cosas que puedan recordar la huella de lo sagrado. Así lo solidario, lo social, lo "inclusivo" y lo no-trágico es lo único que se desea, se permite ver y se impetra casi con vociferante unanimidad.
Todo lo terrible, lo dramático, lo cruento, lo directamente monstruoso sólo puede aparecer como marca de una sola causa: "lo social". Es posible que hasta la propia lidia en esta España tenga los días contados o que se la conserve para turistas y curiosos. Así lo otro, lo absolutamente otro, como terrible, oscuro, negado, reaparece travestido de diversos disfraces o directamente regresa con toda crudeza pero de nuevo sus partes componentes son desguazadas e interpretadas como resultado de la marginalidad, la exclusión y otras causas racionales.
Ahora hasta al vampiro, que recorrió de la mano de grandes artistas y poetas el sendero de las dos o ya tres revoluciones industriales, se lo quiere, como medida cautelar, domesticar y convertir en un marginado más. El procedimiento de "adecentamiento" es tan extremo que este nuevo vampiro del siglo XXI ni siquiera se atreve a mancharse los colmillos con la sangre coagulada de una morcilla asada. O es, como en el mamarracho que se extrajo del libro de Meyer, alguien que ha logrado integrarse, sin perder, eso sí, su blanca palidez hoy tan de moda, pero abandonando en cambio esas ingestas de hemoglobina tan desagradables...
Atravesamos una época en que la disolución forzada de lo trágico en lo social sin más hace que hasta al vampiro se le hayan no sólo limado sino extraído los colmillos -sean estos apéndices diabólicos o meramente sexuales- para reemplazárselos por los postizos que le provee una doxa sentimental. Posiblemente el próximo paso sea conseguirle al vampiro desdentado, exangüe y hasta vegetariano una terapia alternativa, a ver si puede abandonar ese resto de adicciones que de vez en cuando lo asaltan ciertas noches de insomnio.
Las primeras obras literarias que tratan del vampiro aparecen a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Entre ellas están La novia de Corinto , de Goethe, una balada de Coleridge titulada "Christabel" y un relato del padre del relato fantástico, E. T. A. Hoffmann, a las que se suman las nouvelles La muerte enamorada , de Gautier, y Carmilla , de Sheridan Le Fanu. El tema vampírico también se encuentra en poemas de Baudelaire y de Jules Laforgue. En todos estos autores, la figura e imago del vampiro aparece en forma exclusivamente femenina. De igual modo, más tarde, en pinturas de Klimt y en El vampiro de Munch, se ven mujeres de tipo vampírico, dispuestas a sorber la sangre de aquellos a quienes han seducido.
Hay una excepción temprana en el relato de John William Polidori titulado "El vampiro", producto de la más que célebre velada en la Villa Diodati de Ginebra en 1816, en la que participaron Mary y Percy Shelley, lord Byron y Polidori, de la cual, como se sabe, surgió poco después el Frankenstein de Mary Shelley. Dos cosas deben puntualizarse acerca de este breve relato de Polidori. Por un lado, que su valor agregado deriva de los incidentes privados de la relación de su autor con Byron, de quien fue médico y, al parecer, amigo íntimo. Por otro, que el vampiro -lord Ruthven- no aparece como un muerto vivo, a la manera descrita por el monje benedictino Dom Calmet en el siglo XVIII, menos aún aparece allí su homologación con la imaginería del murciélago ni con la heráldica de la subespecie vampiro. Pero sí es una figura masculina que bebe la sangre de mujeres para mantenerse siempre joven. Sus rasgos más obvios están tomados del propio Lord Byron, en curiosa simetría prospectiva con lo que sucedería casi un siglo más tarde con Bram Stoker y su relación con el divo teatral Henry Irving, cuya figura y conducta le inspiraron a Stoker el personaje de Drácula.
El mito del vampiro había aparecido curiosamente en forma erudita hacia el siglo XVIII y en pleno iluminismo. Digo "curiosamente" porque reapareció como polo erudito dentro de la polémica eclesial católica contra la mentalidad iluminista y su foco de irradiación, la Enciclopedia. El monje benedictino Dom Agustin Calmet hizo circular por aquellas fechas (1746) su más citado que leído tratado Dissertation sur les apparitions des esprits et sur les vampires et revenants . Tras su publicación, surgieron las más diversas polémicas. Contra el abate entró el siempre ingrato y chocarrero Voltaire, quien aprovechó el brulote que había confeccionado al respecto para celebrar que los jesuitas ya no existían. Pero también intervinieron en la polémica el propio médico de la emperatriz María Teresa de Austria -Gerard van Switen-, el cardenal Lambertini y luego el mismo Lambertini como Papa Benedicto XIV.
Salvo la curiosa excepción del relato de John Polidori -por lo demás publicado anónimamente en 1819-, la primera narración de que se tenga noticia sobre los vampiros es de E. T. A. Hoffmann. Se titula Vampirismus y fue recogida en volumen el mismo año en que se publicó el cuento de Polidori. En este caso, la entidad nocturna y depredadora es una mujer. Además, el cuento presenta ya una temprana variante de la bipartición femenina entre la oscuridad y la luz, entre el bien y el mal. Esta continuidad de la mujer oscura y nocturna con lo vampírico prosigue su despliegue, con algunas variaciones, en la balada de S. T. Coleridge, "Christabel": la doncella pura y casta que da título al poema se contrapone a la malvada Geraldine, que vaga por el bosque y a quien aquella hospeda en su casa.
Charles Baudelaire y Jules Laforgue escribieron poemas en los que aparecen mujeres vampiro que victimizan a hombres. El primero escribió dos poemas sobre vampiros. Uno de ellos, "El vampiro", apareció en Las flores del mal y el otro, "Las metamorfosis del vampiro", es una de las piezas condenadas de Las flores del mal , que se incluyeron en Los despojos . El de Laforgue es un poema, "Au lieu des derniers sacrements", de su primera etapa -si podemos hablar así de alguien muerto a los veintisiete años- y no fue recogido en libro hasta mucho después (1970). En los tres poemas, una figura femenina devora a una masculina. Pero existe una gran diferencia entre los dos autores. El poema de Baudelaire se desarrolla en un ambiente "alto" y la composición tiene un tono "clásico"; el de Laforgue transcurre en los suburbios, extramuros, entre personajes de clase baja y de estilo bohemio, además el texto hasta incluye expresiones de argot. Mientras que Baudelaire adapta marco, expresión y lenguaje clásicos a la nueva sensibilidad, al spleen , al nouveau frisson (estremecimiento) del que hablaba Victor Hugo; Laforgue parte de la radical horizontalización y hasta banalidad fotográfica de marco, decoración y expresión verbal, para reintroducir en ese medio en escorzo y sesgadamente la imago mítica tradicional. Es lo que continuará haciendo luego el cine y sobre todo el cine de clase B, llevándolo a su ultima ratio expresiva.
La nouvelle del angloirlandés Joseph Sheridan Le Fanu titulada Carmilla e incluida en un tomo de relatos encadenados mediante el expediente de un memorialista, se publicó en 1872 bajo el título paulino de In a Glass Darkly . La acción tiene lugar en Estiria, en Mitteleuropa, un lugar exótico para un anglicano de la segunda mitad de la edad victoriana. Podría decirse que la calidad de "otro mundo", para lo anglicano y lo anglosajón, fue primero esa extensa franja de la Europa de los Habsburgo, lugar emblemático de lo diferente, del exotismo; y, más tarde, a fines del siglo XIX, de consuno con la expansión imperialista, el mismo papel le correspondió al África salvaje, a Asia, al Extremo Oriente. Habrá que esperar hasta los films de la Hammer -cincuenta años después- para que lo vampírico se difunda por las campiñas inglesas y sus posadas, así como por sus castillos y hasta aparezcan en sus clubs. Y un poco más todavía para que los vampiros, vueltos ya "legión", crezcan como flores del mal en medio de los desiertos de Arizona y Nuevo México para dispersarse por todo el territorio norteamericano, como sucede en un culminación del mito, el film de John Carpenter.
En "Carmilla" aparece tanto ese vaivén entre Inglaterra y Europa central, como una oscilación entre lo pintoresco y lo gótico, entre la postura del médico y la del sacerdote católico, que refleja en buena medida la posición mental y espiritual del autor, nacido en Dublín, corazón de la Irlanda católica, pero de familia protestante y, más aún, descendiente de hugonotes franceses -es decir calvinistas y latinos de origen- por línea paterna (Le Fanu). Recordemos de paso que Abraham/Bram Stoker también tuvo padres anglicanos y nació en Dublín, un lugar mayoritaria y pasionalmente católico.
Recién en 1896, con la siempre epónima novela de Bram Stoker, la figura del vampiro se volverá sobre todo masculina y se le sumará la leyenda centroeuropea de Drácula y la heráldica animal referida a los quirópteros. Estas mismas imágenes continuarán en el cine. Con Drácula , la novela de Bram Stoker, podría decirse que se llega a la autoconciencia del mito del vampiro. Su autor logra, además de un relato extraordinario (visto en forma retrospectiva, muy superior a la mayor parte de los escritos por sus contemporáneos más "serios" y "realistas"), una especie de resumen y epítome del mito vampírico y de todo lo relacionado con él. Podría decirse que en su recorrido novelístico, Stoker tiene presentes casi uno por uno los puntos anteriormente desarrollados, tanto los de carácter erudito y científico como los mito-poéticos, pero uno tras otro los va juzgando. Acentúa en buena parte su parentesco casi declarado con su paisano Sheridan Le Fanu.
Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, el mal, la negatividad, la oscuridad anímica y ni qué hablar del pecado eran temas tabú para la sociedad victoriana e industrial. Cualquier mancha originaria, imperfección, fondo oscuro en las almas era cosa mal vista y hasta de mal gusto.
Como se ve, el mito vampírico es, en buena parte, una continuidad y contigüidad de duplicidades: espirituales, culturales, políticas y sexuales. El mito del vampiro desarrollado durante todo el siglo XIX por autores que casi siempre llevaban una doble vida o que estaban desgarrados por tradiciones contrapuestas (un médico italiano amante de un lord inglés, un irlandés no católico, otro irlandés amante o "cautivo" de un "divo" del teatro inglés, etcétera) desplegará modo sui la variada trama de duplicidades que desde entonces parecen separar al mundo occidental europeo.
Ese vampirismo encubierto es más que visible en la siempre postergada o ignorada novela de Henry James, La fuente sagrada , en la que dos personajes rejuvenecen gracias a su contacto con jóvenes que, por su parte, se agostan. Publicada en 1901 y redescubierta cíclicamente por cierta crítica, no parece sin embargo que quiera advertirse en esa obra la primacía del tema vampírico o, en todo caso, no se intenta comprender esta primacía hasta sus últimas consecuencias. El tema del vampirismo puede interpretarse en ese relato tan sólo como una de las ambigüedades típicas de James, una hipótesis más de las tantas -a veces fatigantes- con las que este autor recubre como con capas sucesivas una realidad que, por otro lado, es posible que sea banal y bajamente sórdida, si la consideramos o la leemos a partir de los datos que el narrador omnisciente, del que apenas sabemos algo, nos ofrece.
Ya en el siglo XX, como el cine y en especial el de clase B, toma la posta tanto del tema como del género, la continuidad poética de lo fantástico sufre una mutación, volviéndose tema nuevamente erudito, flor de invernadero de escritor refinado, confidencial, así como también gema preciosa y hasta camafeo de artista declaradamente de elite. Es el caso de M. R. James, tanto cuando trata el mito del vampiro como cuando explora otras provincias de la imaginación fantástica, y H. P. Lovecraft, creador de toda una mitología particular.
Cine El primer vampiro de importancia en el cine fue, desde luego, el Nosferatu de F. W. Murnau. Sin embargo, hubo una versión anterior que sigue anclada en lo real o en la que se pretende vaciar de una cobertura mítica ya más que centenaria el tema del vampiro, para reabsorberla en lo psicológico y en la descripción de costumbres contemporáneas. Se trata de la película A Fool There was... filmada en 1915, protagonizada por Theda Bara y basada en un poema de Kipling cuyo título es "The Vampire". Fue éste el que dio origen, con un sentido epiceno, y a partir de su estreno, al término vamp y vampiresa para referirse a la mujer predadora que, tras el interés monetario de sus acciones, el más superficial, oculta un segundo motivo que oscila entre la etiología y la mitología.
Más que basado en la novela de Bram Stoker, podría decirse que Nosferatu está inspirado en ella, puesto que la primera parte sigue el relato de aquel autor pero su segunda mitad y sobre todo su final son más que distintos. Se ve así que, ya en 1922, el cine no podía transferir sin más a un soporte fotográfico un texto literario anterior, sobre todo cuando éste trataba una variante mítica de un mito mayor. Nosferatu es el primer reflejo europeo del concepto de cine y no es para nada un dato menor que se produzca en territorio imaginario alemán.
Dos films muy diversos, o aparentemente diversos en su cobertura fotográfica, aparecen a continuación en el despliegue del mito del vampiro hecho por el cine: Drácula de Tod Browning y Vampyr de Carl Theodor Dreyer. Y aparte de su casi contemporaneidad, uno configura casi definitivamente la versión norteamericana del vampiro en el cine y el otro es, tal vez, la temprana culminación -o petrificación- del vampiro según el cine europeo. Además, el primero parte de la novela de Stoker y el segundo, de In a Glass Darkly , de Le Fanu, la colección de cuentos que contiene "Carmilla", aunque Dreyer fracciona parte de este relato y lo yuxtapone con otros de la misma serie.
El film de Browning aparece hoy curiosamente estático debido a los por entonces primarios tanteos -aun para Hollywood- del film sonoro, lo que es notorio en todos estos films hasta que se asentaron tanto técnica como imaginariamente, a mediados de la década del treinta. También en esta película, debido a la interpretación o más bien impostación de Bela Lugosi -y no se dice esto peyorativamente, claro está-, se acuñó una imago rotunda no sólo del Drácula de Stoker sino de todo el mito de lo vampírico llevado al cine. Además de su estatismo y de su temprano vínculo con el ambiente centroeuropeo, el film de Browning exhibe una contundente reafirmación del sustrato católico de la novela de Bram Stoker o, en todo caso, el criptocatolicismo del relato literario se vuelve plena autoafirmación de lo católico en la versión fílmica de Browning.
Vampyr es un film-objeto producido por un magnate de gustos un tanto particulares, el barón Nicolas de Gunzburg, que además escribió el guión junto con Dreyer y que -vanidad de vanidad- es el protagonista absoluto del film bajo el nombre de Julian West. El barón pertenecía al círculo íntimo de Diaghilev y los Ballets Russes , redactor pionero de Vogue y, con los años, llegaría a ser el protector de un trío que terminaría por opacar la fama del aristócrata: Bill Blass, Calvin Klein y Oscar de la Renta. Es Vampyr un objet tanto en el sentido de cierto surrealismo chic a lo Cocteau, cuanto en el de una ensoñación homosexual, donde las más clásicas fantasías necrofílicas se muestran bajo una increíble fotografía espectral debida a Rudy Mathé. El film no carece de valor, claro está, pero sirve para ser empleado como el epítome y el non plus ultra de lo que los norteamericanos con agudeza epigramática llaman artie (obras de pretensiones artísticas), especie que hoy se ha multiplicado como los hongos bajo la lluvia y para cuyo cultivo se han creado los festivales de cine, las cinematecas, los circuitos alternativos y otras bobadas que ilusionan a los pequeños burgueses con tardías y confusas vocaciones estéticas. Dreyer sólo logrará sus mejores films cuando se dedique a lo suyo, como en Dies Irae , Ordet o Gertrud y no al filmar afrodisíacos fotográficos como en Vampyr o una santería con fotografía oblicua y hartantes primeros planos, como en su insufrible Pasión de Juana de Arco , una pasión desde luego compartida entonces por sus temerarios espectadores.
La propia Universal continúa la saga comenzada con el film de Browning con variantes que era costumbre poner en segundo cuando no tercer plano. Así llegan La hija de Drácula (1936), dirigido esta vez por Lambert Hillier; El hijo de Drácula (1943), dirigido por Robert Siodmak con guión de su hermano Curt; La casa de Frankenstein (1944), dirigido por Erle C. Kenton, y finalmente La casa de Drácula (1945), del mismo director. Estos dos últimos films forman un dueto especular más que interesante, en el que se incorporan otras criaturas como Frankenstein o el hombre lobo en lo que parecía querer verse -o recordarse- tan sólo como un desfile de monstruos y criaturas fronterizas, un tanto a la manera de los circos y carnivals itinerantes cuya única función era la de ofrecer un grueso manjar para paladares poco exigentes. Pero al final de la misma serie, este nexo entre cine y circos itinerantes se muestra ya como gesto autoconsciente, como un resabio o continuidad sui generis de los ritos de iniciación, donde el espectador es el iniciado y los monstruos y horrores por los que se lo hace atravesar, posibilidades o avatares latentes que debe purgar.
El mito del vampiro sufrió luego un hiato o fue reemplazado por otras reconfiguraciones de la poética fantástica. Esto ocurrió durante la década del cuarenta, debido a la magistral serie de films de clase B producida por el genial Val Lewton, que consta de nueve films rodados entre 1942 y l946. En ellos. se abordan otros mitos como el zombi, la mujer-pantera y directamente el satanismo, por ejemplo en La séptima víctima .
En los años cincuenta y en Inglaterra reaparece el mito del vampiro en su nuevo avatar fílmico, debido a las producciones de la productora -también de clase B- Hammer. Se destacan, desde luego, los films dirigidos por Terence Fisher, pero existen otras gemas por descubrir como Prueba de la sangre de Drácula (1970), de Peter Sasdy. Lo que prima allí es una curiosa convergencia, puesto que es en la propia Inglaterra de Le Fanu y Stoker donde tardíamente, al menos en relación con Hollywood, se recurre a aquellas fuentes literarias para su traducción o reconfiguración fílmica. La misma serie fue contemporánea de ese pliegue y cambio de frente, al parecer definitivo, de las costumbres británicas que abarcó desde los angry young men (los jóvenes iracundos) de la década de 1950 hasta la generación de la década de 1960, con el swinging London floral y sus pretensiones de androginia. El film de vampiros de la Hammer puede aparecer aquí como un estricto anacronismo, si se tiene presente -cosa que suele olvidarse- que en sentido estricto algo anacrónico puede referirse tanto a un hecho que se supone ocurrió antes como después del tiempo en que sucedió.
Finalmente, en lo que denominamos autoconciencia, cuando el cine alcanza su meta -y lo dice y proclama-, dos films con muchos puntos en contacto y otros que se oponen entre sí se nos muestran como piezas maestras: Drácula , de Francis Ford Coppola, y Vampiros , de John Carpenter. Forma parte raigal, esencial de esta autoconciencia el que ambos -a su manera- recorrieran la historia y hasta la metahistoria tanto del mitologema como de sus correlatos político-religiosos. O sea que estamos en ese punto donde mito e historia convergen. Por esa razón -pensamos-, no otra cosa que parodias y reciclados pueden esperarse de un mito que ya ha impreso su huella definitiva hasta fundirse con la historia. Entonces no queda más que el uso social, semiterapéutico, si entendemos esto de consuno con lo ligero, light , dietético y alternativo que invade o cerca hasta la medicina y la psicología. El vampiro se convierte así tan sólo en una cruda alegoría de las adicciones y de "lo adictivo" contemporáneo, como en la cruda y gruesa Adiction de Abel Ferrara, o en un pastiche tardorromántico con vampiros acosados por culpas sociales, como ocurre en esa caída libre al vacío que va de las novelas de Anne Rice hasta éstas -que forman un pesado cuarteto de ripios- de Stephenie Meyer y sus correspondientes y estólidas versiones fílmicas, Entrevista con un vampiro y ahora esta Crepúsculo , tal vez un título involuntariamente profético. En esos productos, el vampiro es sólo un marginado o un "excluido social" de consuno con la doxa del progresismo más vacuo.
El mito vampírico aparece durante el iluminismo francés y llega hasta los resúmenes autoconscientes de Carpenter y de Coppola. En todo ese tiempo se juegan los anhelos y deseos de una parte del Occidente drásticamente secularizado. De allí que el vampiro, por ejemplo, tuviera escasa resistencia bajo soles y focos mediterráneos. Porque el católico latino en su lugar de origen no necesita -¿ni siquiera ahora?- de esas reconfiguraciones centroeuropeas ni de las hiperbóreas. Con su viejo diablo le basta y sobra.
© LA NACION 


                                                                                                                                                                            

Vampires suck

Written by John Doe on at 10:48 a.m.

Este día del amigo les regalo una parodia de Crepúsculo: "Vampires Suck" (2010).
La película es obra del dueto responsable de "Scary Movie" & cía así que ya saben qué esperar. Lo extraordinario es que los actores de la parodia son mucho mejores que los de la original.
Edward Sullen está interpretado por un joven actor de televisión (la voz de Anakin en Clone Wars) que realmente es capaz de transmitir algo. Creo que, aún en tono paródico, cuando abandona a Becca/ Bella es posible sentir empatía por él y por su sacrificio. Y eso NO me pasó en el film original. La verdad es que Matt Lanter es mucho mejor actor que Pattinson. Así como Jenn Proske es más carismática que K. Stewart (y probablemente, mejor actriz también), y eso que es su debut cinematográfico. Increíblemente los efectos especiales también son mejores.
La película tiene algunos buenos chistes, pero a veces aburre. Empieza bien, con una lucha entre fanáticas de Edward vs fans de Jacob. Entre los buenos chistes, no demasiados, está el de Ed con ruleros (después de todo, ¿cómo mantener ese bendito jopo de los '90?), su hermano con cuchillo y tenedor dispuesto a saltar encima de Becca, Ed deprimido viendo "Sex & the City", las chicas saliendo de ver "Amanecer" y contando el final de la saga (que ya es vox populi), el absurdo de cortarse en la fiesta de cumpleaños (bueno, esa escena ya era chistosa en la original, así que no se esmeraron mucho), la rareza de los vampiros atribuida a "¿tal vez sean canadienses?"
No es una gran comedia pero al menos es sintética. Claro que sólo funciona si uno vio las dos primeras entregas de Crepúsculo.
La trama es la misma: Becca está entre Jacob y Edward. La única diferencia es que la cuestión sexual sublimada se plantea como explícita. No que pase algo, en ese aspecto es tan conservadora como las otras películas. No sé qué más decir.
Encontré una copia de buena calidad que pueden ver online:
http://www.pelis24.com/peliculas-vo/1681-vampires-suck-subtitulada-espanol.html

                                                                                                                                                                      

Sin vida después de Buffy

Written by John Doe on lunes, 19 de julio de 2010 at 7:48 a.m.

Pero sin sangre

Por Hugo Salas
Sarah Michelle Gellar posee una de esas fisonomías clásicas dentro de la industria del entretenimiento, la de “chica estadounidense de acá a la vuelta”, que bisturí mediante le permitirá atravesar toda su vida con el mismo rostro, al precio de haber ostentado, desde los 20 o edad más temprana, cara, gestos y modismos de una tía piola de 50 (al estilo, por ejemplo, de ese extraño híbrido entre adolescente y cabaretera que supo ser Britney). Su extraño aire de familia, tan cercano al estándar de la reina de belleza de pueblo, hizo de ella la actriz ideal para encarnar a Buffy, en la serie que le puso su sello a la televisión de fin de siglo.
Paródica, irónica, autorreferencial, metanarrativa, Buffy la cazavampiros representó el extremo de una ficción que pensó que nunca más podría tomarse en serio a sí misma, el cierre de una concepción del relato que muchas veces, en el medio, llevó inconfundible la marca de Aaron Spelling (Dinastía, Melrose Place), pero que no tardó en traducirse a otros ámbitos. Esto explica, quizá, por qué Buffy llegó a ser un fenómeno de culto entre la grey intelectual, con una intensidad que anticipó la que ha tenido el interés por Lost en los últimos años: era el epígono de una época que creyó que el futuro sería ultrapop o no sería, convencida de que sólo en la más exacerbada trivialidad era posible formular alguna pregunta (paródica, desde ya) sobre el sentido y el propósito de la vida. Y esa concepción, tan burbujeante como trágica en su desencanto, tenía un rostro acertadamente banal, previsible, vulgar: el de Sarah Michelle Gellar, de quien se hubiese jurado que nunca sería capaz de tomarse en serio a sí misma.
Grave error. Después de Juegos sexuales, aquel curioso producto que vertía la trama de Las relaciones peligrosas a un sistema de relaciones entre jóvenes ricos de Manhattan (antecedente directo de Gossip Girl), la vieja joven actriz viene haciendo todo lo posible por ser tomada en serio, más que en serio, con una seriedad tan apabullante que les helaría la sangre a aquellos vampiros de los ‘90. Si para muestra basta un botón, este mes la cartelera trae dos, ni más ni menos que dos estrenos protagonizados por ella con menos de una semana de diferencia, donde puede verse su clara pretensión de convertirse en la sucesora modosa, aburrida, recalcitrante y notoriamente conservadora de Melisa Gilbert.
Poca ironía encontrarán sus fans, por ejemplo, en Verónica decide morir, una adaptación de la conocida novela de Paulo Coelho de marcada fidelidad al original, donde Buffy, luego de un intento de suicidio fallido, descubre el secreto de la vida en un hospital psiquiátrico gracias a los métodos “no convencionales” de algo que se parece mucho más al pastor Stamateas que a un profesional de la salud. Más notorio aún es el vuelco de Sarita en Personalidad múltiple, película de suspenso “a la vieja usanza” con más cabos sueltos y detalles arbitrarios que un tapiz elaborado por niños de salita de cinco. ¿Por qué? Pues porque la película es un verdadero desastre y sólo una actuación paródica, que tomase cierta distancia, podría haberla salvado. Muy por el contrario, Gellar no sólo se abstiene de jugar incluso con la ligereza de las viejas actrices clásicas, sino que compone un personaje melodramático aborrecible. A diferencia de Buffy, una reflexión sobre la imposibilidad de tomarse al mundo contemporáneo en serio, se trata en ambos casos de mujeres que no han sabido reconocer a tiempo que tenían una buena vida, no han sabido valorarla, y encuentran a lo largo de la trama, por los medios que fuera, la tan ansiada lección de vida, un mensaje moral. Sea el producto de un cambio en el espíritu de la época o tan sólo un intento desesperado de Gellar por convertirse en una actriz “seria”, aquel personaje superior a ella, el de porrista cazavampiros, se revuelve en su tumba.

Mi conversión en vampiro

Written by John Doe on domingo, 18 de julio de 2010 at 11:28 a.m.

Llevo bastante tiempo dilatando esto, así que bueno. Aprovecho que afuera llueve en un Buenos Aires bajo ola polar. He dicho que no todo vampiro nace "contagiado" por otro. Mi caso, sin embargo, cae casi en el estereotipo. ¡Ni siquiera en esto soy original!
Enero 1998. Había terminado otro extenuante cuatrimestre en la UBA y me preparaba para comenzar un nuevo trabajo con un contador amigo de la familia. Tenía unos días de vacaciones. Unos compañeros de la facu me comentaron su idea de ir de camping a la Patagonia. Los precios que habían averiguado eran bajísimos y la única vez que yo había estado en el sur había sido con el viaje de egresados (un año pagando las cuotas de Río Estudiantil para viajar a Bariloche, bolichear y no ver nada excepto el nevado cerro Catedral). Además, lo del campamento me seducía. Cuando era chico había querido ir con un grupo de la parroquia, pero mi vieja no me dejó, preocupada por mis ataques de pseudo-asma. No sé si en aquella época ya estaba el ventolín en spray, pero el hecho fue que quedé privado de vivir esa experiencia. Ahora era mi revancha.
Conseguí una bolsa de dormir, carpa, etc etc etc y me lancé a la aventura. Supongo que no debía haberlo hecho. No sé.
Estuvimos en Bariloche, Colonia Suiza, pero ahí no pasó nada. Descubrí que no es fácil dormir en el piso y que el matecocido calentado sobre leña queda lleno de cenizas. Gran cosa. De Bariloche fuimos a San Martín de los Andes en una catramina llena de mochileros como nosotros. Y decidimos recorrer el Parque Nacional Lanín. Ese volcán es algo impresionante. En serio.
Al final nos instalamos en Hua Hum, cerca del paso a Chile. Selva valdiviana. Naturaleza virgen... demasiado para un novato como yo.
Nos hicimos amigos de un grupito de Córdoba y nos quedamos hasta tarde organizando una excursión conjunta a las termas de Queñi. Ya era de madrugada y desde hacía horas yo tenía un dolor de cabeza taladrante. Decidí ir a acostarme para estar bien al otro día. ¡Qué ingenuo! La carpa de los cordobeses estaba a unos 500 metros de las nuestras (5 cuadras, más o menos) por lo que no era una gran caminata. Claro que tendría que haberme acordado de las películas de terror tipo Viernes 13, pero realmente quería tomarme una aspirina y dormir un poco. Además, ¿de qué podía tener miedo? Argentina no es Estados Unidos donde pululan los asesinos seriales armados de garfios y hachas. Ladrones no había y los pumas no se acercan a las personas. Linterna en mano me adentré en la noche cerrada. Acostumbrado a la ciudad, no me sentía cómodo con la oscuridad completa del bosque. Más allá del haz de luz de la linterna, negrura completa. Caminé más rápido. Las voces de mis amigos se fueron perdiendo en el silencio nocturno.
Vi que algo se movía, pero traté de ignorarlo. Ya me había encontrado con vacas o caballos sueltos que salían a pastar por la noche. Parece que en Argentina es imposible no toparse con una vaca.
Ni siquiera atiné a gritar cuando me atacaron. No recuerdo los detalles. Se apagó la linterna y me hundí en la oscuridad. Sabía lo que pasaba pero no podía creer que me pasara a mí. Nadie me mordió si es lo que están pensando. Los cuchillitos bien afilados son más eficientes. No es sexy ni orgásmico que alguien beba tu sangre. No porque doliera tanto sino porque sonaba como una manada de lobos devorando a su presa. Asqueroso. Traté de mantener los ojos abiertos el mayor tiempo que pude. Al pedo porque no había luna y  no podía ver nada.
Cuando volví a abrir los ojos estaba amaneciendo. Pensé que había tenido una pesadilla. Me dolían todos los músculos pero supuse que era por dormir en el suelo sin ningún tipo de aislante. A mi alrededor estaban los vampiros, que no se parecían en nada a los de las películas. Tenían pinta de hippies, amor y paz, un porro, artesanías y todo eso. La chica rubia me dijo algo en alemán o sueco que no entendí, luego se olvidaron de mí. Volví a desmayarme o como se llame. Desperté casi de noche junto a una fogata. La chica rubia me acercó una jarra y bebí...
Cero romance. Cero glamour. Yo tenía mugre hasta en las pestañas y sólo quería darme una ducha caliente (desde siempre he curado todas mis dolencias con un baño caliente). Me acompañaron hasta el camino y nunca más los volví a ver. Llegué a mi carpa con un día de retraso. Mis amigos ya habían hablado con el guardaparques quien me largó un discurso muy convincente sobre los peligros de andar solo en la montaña. Tomé el último colectivo que salía para San Martín de los Andes, me metí en un hotel cerca de la terminal, ducha y cama.
Debo haber dormido dos días seguidos.
¿Qué pasó después? Mi compañeros de ruta siguieron viaje por los Siete Lagos y yo compré un pasaje en avión para Buenos Aires. Pero antes de volar, recibí una visita inesperada. Podríamos llamarlo mentor, si esa palabra no fuera tan inadecuada para describirlo. Era guía turístico en Bariloche, un tipo que adoraba el alpinismo y la fotografía. Él me explicó el ABC del vampirismo, cosa que yo creía conocer después de tantas películas. Gran error.
Eso fue todo. El resto, adaptarse al cambio.
Ah! Volví a Hua Hum hace dos años y por fin conocí las termas. 1 hora de caminata de ida, 1 hora de vuelta. Una historia con final feliz (salvo cuando me quedo sin internet)

                                                                                                                                                                        

An Idiot's Guide to Vampire Fics (traducido)

Written by John Doe on viernes, 16 de julio de 2010 at 4:22 p.m.


Black Sylph
1. PRESENTAMOS AL PERSONAJE PRINCIPAL: Soy un lindo adolescente derramando angustia, quien es muy lindo para ser humano. No tengo amigos ni parientes y me corto yo mismo (para aquellos que no lo saben, es una chica travestida)
2. LLEGA EL VAMPIRO. SU IDENTIDAD ES OBVIA PERO EL PERSONAJE PRINCIPAL LO DESCUBRE TARDE: Oh mi Dios! MI compañero sexy que tiene colmillos y odia la luz del día es un vampiro! Nunca lo hubiera imaginado!
3. MUCHO DRAMA TONTO A MEDIDA QUE LOS PERSONAJES SE ENAMORAN:
- No soy como tú, no puedo amarte
- Pero moriría sin tí
- Voy a ser frío y distante para que me dejes solo por tu propio bien
- (Insultos y llanto)
- Oh, al diablo con esto: hagámoslo
4. EL MOMENTO QUE ESTUVISTE ESPERANDO. FUERTE, NO CENSURADO AMOR ENTRE VARONES:
- Ow, para de morderme!
- Pero a tí te gusta, eres el más grande emo en la escuela
- Oh sí...
5. APARECE UNA VUELTA DE TUERCA EN EL ÚLTIMO MINUTO PARA PONER A LOS DOS EN PELIGRO, Y UNO USUALMENTE MUERE PARA SALVAR AL OTRO EN UN INTENTO BARATO DE HACER COMO SI LA FIC TUVIERA UN ARGUMENTO:
- Dispárame! Dispárame!
- No, a mí, a mí!
- Si no se callan voy a dispararles a los dos!
6. Y ASÍ EL VAMPIRO APRENDE A AMAR. EL FINAL ES MISERABLE Y MILES DE CORAZONES YAOI SE ROMPEN CON MÚSICA DE EVANESCENCE.
- Podemos ir a casa ahora?
-/ Mi contrato claramente establece No Desnudos, puta mentirosa!/

El hombre Lobo

Written by John Doe on jueves, 15 de julio de 2010 at 6:42 p.m.

Ayer comenté algo sobre los hombres lobo, que por distintas razones han terminado convirtiéndose en enemigos naturales de los vampiros. ¿Competitividad?
La leyenda de los hombres lobo es muy antigua y tiene sus raíces en los cultos chamánicos. Originalmente, un hombre lobo (también hay historias de hombres leopardo en África) lo era por decisión propia, a través de un conjuro. Circulan por la red varias páginas que reproducen rituales para convertirse en lobo.
Se suponía, entonces, que un hombre se transformaba en lobo (o jaguar o tigre, según la zona) para mejorar sus habilidades guerreras. También formaba parte de los ritos de iniciación.
Como se ve, no tiene nada que ver con la cuestión vampírica. Creo que ya comenté que la conexión comenzó en el siglo XX con el cine de Hollywood y la reelaboración del mito licántropo. ¿Por qué se modificó el mito? Simple, el mercado. Tras el éxito de Drácula (la peli de Lugosi), los productores - como hacen siempre - quisieron sacar rédito del tema de los monstruos. Y repitieron la fórmula. Ahora hacen lo mismo. Si una película tiene éxito, de repente salen un montón de engendros derivados de ésta.
La licantropía, en su origen buscada como herramienta bélica o sacrificial, se convirtió en una maldición contagiosa por mordedura. La plata repelía a los vampiros, ¿por qué no a los hombres lobo que entonces se hicieron casi invulnerables? (en los mitos un hombre lobo no era más que eso, un hombre transformado en lobo con las mismas debilidades de un lobo común y silvestre).
Surgió por tanto un parentesco que ahora ya se ha instalado en el inconsciente. Y ahí tenemos a la rama aristocrática de la familia (los vampiros) y la rama salvaje (los hombres lobo). Era obvio que en algún momento iba a surgir un guión que mostrara el duelo mortal entre ambas especies (saga Underworld).
La rivalidad aparece en todo relato que se precie de sobrenatural. Falta que los unicornios se peleen con los pegasos o los centauros con los faunos. Porque los hombres lobo NO existen. Tampoco los unicornios, lamentablemente. Es posible que un tipo drogado piense que se convirtió en lobo, en ardilla o en coliflor, pero eso no lo hace real. Los vampiros, por otra parte, sí existimos. Aunque por suerte no nos parecemos a los Cullen.

Bueno, todos estos prolegómenos vienen a cuento porque vi "The Wolf Man" (2010), remake de la película que en 1941 dio origen a la versión de la leyenda lobuna que tenemos ahora. Culpa del alemán Curt Siodmak.
La nueva película que los tiene como protagonista y antagonista a Benicio del Toro y Anthony Hopkins es... pasable, pero nada más. Muy buenos actores en todos los roles, la escenografía victoriana es espectacular y los efectos especiales superan a lo grande los del viejo film. Pero le falta algo, profundidad. La trama es tan lineal que no queda espacio para el suspenso. Es totalmente predecible. ¿Quién duda como va a terminar?
Hay agujeros argumentales y cuestiones que mueren sin conducir a ningún lado y quedan sólo como algo anecdótico. El gran problema de la película, repito, no es en los rubros técnicos sino en el guión. 
Los actores - uno mejor que otro - tampoco se lucen. Parecen encorsetados en sus papeles y lo que es una tragedia queda distorsionado en el camino de tanto CGI.
Para películas sobre hombres lobo me quedo con Wolf (1994) que al menos lo tiene a Jack Nicholson, An American Werewolf in London (1981) o la comedia de Michael J. Fox Teen Wolf (1985). Igualmente pueden descargar la película en Dvdrip acá.

                                                                                                                                                                              

Luna Nueva

Written by John Doe on miércoles, 14 de julio de 2010 at 2:44 p.m.

Bien, he vuelto. No. No me fui a Sudáfrica a ver el Mundial. Por suerte, porque Argentina no terminó muy bien parada. Me alegro por España. ¡Al final el pulpo tenía razón!
Vi - eso sí - los partidos por televisión con una camiseta albiceleste. Ser vampiro no significa que me deje de gustar el fútbol. Ya expliqué antes que no soy de los que usan encaje y rímel o brillan bajo el sol de mediodía.
La cosa es que en este tiempo, además de trabajar y darle calce a algunos proyectos personales, estuve viendo películas. Una de ellas fue LUNA NUEVA. Voy un año atrasado, lo sé. Es que me resisto.
A las fanáticas, les pido que no sigan leyendo porque no van a quedar muy contentas. He visto muchas adaptaciones cinematográficas y esta saga es una de las peores. Todo parece hecho a las apuradas. Nada que ver - para dar ejemplos de adaptaciones decentes - con Harry Potter, Narnia y El señor de los Anillos. Supongo que las novelas para adolescentes son la nueva locura de Hollywood, pero no siempre funciona bien. Basta echar un vistazo a La brújula dorada, Cirque du Freak y Percy Jackson. Mucho dinero en la producción pero poco en el guión que queda por la mitad del libro.
En Luna Nueva los dardos apuntan al amor adolescente que, por lo visto, debe ser más empalagoso que todas las novelas de Corín Tellado juntas. Los diálogos de Bella y Edward dan ganas de vomitar. Y así es la primera media hora del film. Lo único que pasa es que ella quiere y él no. Sexo, sangre, todo da igual.
Ojo. No es que no me guste una buena historia de amor. Tengo una veta romántica. Confieso que he leído las novelas de Jane Austen y nunca me canso de la miniserie de la BBC de Orgullo y Prejuicio. Entiendo el dilema de Darcy y el callado sufrimiento de Anne en Persuasión.  Como me emociono con el sacrificio de Rick en Casablanca, la búsqueda de Penny en Lost o el recuerdo de Sura en la nueva "Espartaco: sangre y arena" (recién terminé de ver esta miniserie). Pero el Edward de Pattinson es un pusilánime que no me produce ninguna empatía. Lo siento por las chicas que suspiran por él.
La película mejora un poco tras la partida - justificada a medias - de Edward y la depresión de Bella. Jacob y los hombres lobos levantan un poco el film. Sinceramente prefiero mil veces a Jacob, pero será que este actor tiene más carisma que el anterior. El triángulo amoroso termina pronto. Los deseos suicidas de la damisela en cuestión llevan a los personajes a Italia y a la corte vampírica, que sólo sirve para ver a la gran Dakota Fanning en un rol adulto - aunque mal elegido.
Y sí, Bella insiste con la idea de convertirse en vampiro y Edward no quiere. Que sí que no, acá no pasó nada. Todo queda preparado para la tercera película que ahora está en cartel y que tuvo una pésima crítica.

Si los vampiros fuéramos realmente como ese Edward Cullen, me clavaría yo mismo una estaca. En ese caso sería pro-hombres lobo.

Descargar película Dvdrip en un link
Muñeco basado en ECullen


                                                                                                                                                                             

Un extraño vampiro (cuento infantil)

Written by John Doe on at 11:31 a.m.

Cuento de Lady Mako: Bárbara Ruíz Santamaría. La redacción (para mi gusto) no es la mejor, pero los dibujos tienen su encanto.




http://ladymako.deviantart.com/
                                                                                                                                                                        

Vampiros chilenos

Written by John Doe on at 10:59 a.m.

Hoy descubrí a un artista impresionante de Chile. Firma como Genzo y está en http://genzoman.deviantart.com/

Esperando que no le enoje que use mi blog como galería de sus obras, aquí algunas de ellas:



Elizabeth Bathory - Drácula - Lilith - Nosferatu - Vampiro vs Hombre lobo.
                                                                                                                                                                      

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John Doe

Blogger. Ex estudiante de antropología de la Universidad de Buenos Aires. Mis "héroes" son James Frazer,Mircea Eliade, Joseph Campbell y Vladimir Propp.

 
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